El maestro Antonio Fernández Díaz 'Fosforito' en el patio de butacas del Gran Teatro de Córdoba momentos antes de una de las rondas clasificatorias del Concurso Nacional. Foto: Miguel Valverde.
El cantaor Antonio Fernández 'Fosforito', en el Gran Teatro de Córdoba. Foto: Miguel Valverde.

FOSFORITO: “Si los artistas no valoraran el Concurso Nacional, no acudirían masivamente cada edición”


Seguramente pocos flamencos simbolicen tan fielmente el espíritu del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba como Antonio Fernández Díaz ‘Fosforito’. Él fue el primero en ganarlo allá por 1956 y sigue siendo el único que ha logrado el premio al cantaor más completo. Ahora, a sus 81 años y con todos los reconocimientos más prestigiosos del flamenco y las artes en su haber, el cantaor pontanés vuelve a repetir como miembro del jurado en el certamen.

Tras dos primeros días dedicados a seleccionar a los aspirantes que pasarán a la fase de opción a premio en la modalidad de cante, el maestro relata sus impresiones sobre el llamado ‘concurso de concursos’.

Después de más de medio siglo de historia, ¿qué papel juega hoy en día el Concurso Nacional de Córdoba dentro del panorama flamenco?
– El concurso de Córdoba es el más importante y el único que viene manteniendo el tipo desde hace más de sesenta años. El hecho lo demuestra la cantidad de aspirantes que vienen en cada edición. El concurso viene contribuyendo a la protección y difusión del flamenco desde sus orígenes. Empezó como una necesidad y sigue siendo necesario porque es un punto de apoyo para la carrera de los que se alzan como ganadores. A muchos este premio no les ha servido para nada y a otros les ha valido de trampolín. Ése precisamente ha sido mi caso. Lo que ocurre es que hay que hacerse acreedor del premio tras haberlo ganado.

¿Qué condiciones debe reunir un cantaor para poder ganar un premio nacional?
– La mayoría de los que vienen están muy preparados y hay gente que canta muy bien, pero el resultado de esto es un milagro. Depende de cómo uno se mueva, de la aceptación del público, de la capacidad de expresar y comunicar… Al final esto es como el toreo y el resto de la música, la afición es la que tiene la última palabra y es el público el que le da el valor a cada artista. El arte es muy subjetivo y hay gente que llega al alma y otros que cantando bien no dicen nada.


«La calidad de quienes resulten ganadores del concurso va a estar garantizada»


Después de los dos primeros días de la fase de selección, ¿qué le ha parecido el nivel en la modalidad de cante?
– Nunca se sabe el nivel que va a haber en un concurso. Tenemos que elegir cuatro entre los sesenta que se han presentado a la modalidad de cante y eso es algo muy delicado. Los que estamos en el jurado nos podemos equivocar, pero somos especialistas en la materia y creo que la calidad de quienes resulten ganadores va a estar garantizada.

– ¿Los jóvenes de hoy en día estudian como los de su generación?
– Antes se estudiaba de otra manera. En mis tiempos no había tocadiscos y las referencias que teníamos los de mi generación eran directas. Esto tiene su parte beneficiosa y sus desventajas. Antes se aprendía de todo el mundo, de la gente que nos encontrábamos. Yo tengo carteles de actuaciones en la plaza de Ronda del año 45. Cantaba en las ferias de ganado, donde me encontraba con niños como yo y con personas mayores con las que compartíamos las penurias y las alegrías. Todos aprendíamos unos de otros… Ahora los jóvenes tienen todos los referentes antiguos del cante en discos, pueden escucharlos mil veces y empaparse de esa esencia.


Foto: Miguel Valverde.

«Creo que se ha descuidado la promoción y la publicidad del certamen»


– ¿Qué recuerdos le quedan después de tantos años de su triunfo en la primera edición del certamen?
– Cuando llegué al concurso de Córdoba yo ya estaba bien placeado. Pero para mí era un momento delicado, porque en esa época tenía un problema en la voz. El ayuntamiento de mi pueblo acordó comprarme una guitarra y me pusieron un profesor. No querían que se perdiera el artista que veían en mí y pensaron que, ya que no iba a poder ser cantaor, al menos que fuera guitarrista. Comencé a poner las primeras posturas y me fui encontrando a mi mismo tarareando por instinto. No estaba pleno de voz, pero estaba tan sumamente necesitado de unas pesetillas que me presenté al Concurso Nacional de Córdoba con la esperanza de ganar alguno de los premios. Y tuve la fortuna de ganar los cuatro premios, porque yo sé que por separado seguramente hubo cantaores que lo hicieron mejor que yo.

¿Cree que los premios nacionales siguen siendo tan valorados entre los artistas como antes?
– Es verdad que el concurso de Córdoba quizá no esté tan reconocido como otros de menor entidad. Creo que se ha descuidado la promoción y la publicidad, pero tuvo el mundo sabe cuál es el significado de este certamen. Si los artistas no valoraran este premio, no vendrían ni acudirían masivamente como lo hacen en cada edición. Todos los artistas, sobre todo los más jóvenes, buscan triunfar en Córdoba, porque saben la categoría que tiene este concurso y quieren abrirse puertas.

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