Un guitarrista que puede con todo


Tocando por derecho. Rodeado de una formación. O en compañía de una orquesta. Da igual. José Antonio Rodríguez demostró el pasado martes en el Gran Teatro de Córdoba que puede con todo lo que se le ponga por delante. Ya sea interpretando una rondeña a palo seco o haciendo realidad la idea de poner banda sonora a la etapa azul de Picasso junto a la Orquesta de Córdoba,
el guitarrista cordobés volvió a dejar patente su versatilidad y maestría reafirmándose como uno de los guitarristas de flamenco más brillantes de su generación.

Comenzó la noche por granaína y nana y remató la primera parte de su actuación en solitario con una rondeña exquisita. Como intérprete y compositor es uno de esos músicos que tiene la cualidad de ser moderno y clásico a la vez. Su música se va elevando nota a nota, modulación tras modulación, y logra recrear ambientes y melodías de una riqueza armónica excepcional. Todo sin perder el sabor añejo del toque ni tampoco un ápice de flamencura.

Ya con toda la formación que habitualmente lo acompaña en sus conciertos en el escenario, el guitarrista emprendió el primer cambio de tercio de la noche. Recorrió algunos de los temas de su último trabajo discográfico Anartista, en el que se acerca a otras músicas como el rock, el pop o el fado junto a artistas como Santiago Auserón, Carmen Linares, Vanessa Martín, Antonio Orozco o David de María. Acompañado en esta ocasión por la magnífica voz de la cantaora onubense Macarena de la Torre, el bajo de Pedro Vinagre, la percusión de Agustín Diassera y la guitarra de Manuel Montero, el cordobés interpretó Farruca del desconsuelo, Casablanca, Danza del Amanecer y una versión del pasodoble Francisco Alegre con la que cautivó al público de su tierra una vez más.

El broche de oro a su concierto lo reservó para su apuesta más arriesgada, la de vestir con su música junto a la Orquesta de Córdoba el desasosiego interior que experimentó Picasso en su conocida como época azul. Lo hizo bajo la batuta de Michael Thomas, catorce años después de estrenar esta obra en el mismo escenario. Recuerdos, vivencias de juventud, melancolía y el siempre presente palpitar de la creación artística son algunos de los sentimientos que pretende evocar el guitarrista cordobés a lo largo de los cuatro movimientos que conforman esta compleja obra. Pero, por encima de todo, lo que consiguió José Antonio Rodríguez la pasada noche fue enamorar al público con una música personal, cautivadora y de extrema belleza.

Como no podía ser de otra manera, Córdoba volvió a rendirse a los pies de uno de sus más grandes maestros. Su actuación fue en todo momento un alarde de genialidad, un derroche técnico y creativo que le fue devuelto en forma de una calurosa ovación final por todos los que ayer tuvimos el placer de disfrutar de su música. Por eso, una vez más: ¡Bravo, maestro!


José Antonio Rodríguez y la Orquesta de Córdoba. Gran Teatro. 7 de Julio. José Antonio Rodríguez, guitarra solista. Manuel Montero, segunda guitarra. Pedro Vinagre, bajo eléctrico. Agustín Diassera, percusión. Macarena de la Torre, voz.

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