El fijar la aparición histórica de la caña y el polo constituye un problema, como muchos que se plantean al estudiar la historia del flamenco. Sin embargo, recogemos referencias más antiguas cuando nos referimos al polo.
En la VII de las «Cartas Marruecas» de J. Cadalso (1774), se relata lo que pudiera ser una juerga flamenca: “el humo de los cigarros, los gritos y palmadas del tío Gregorio, la bulla de todas las voces, el ruido de las castañuelas, lo destemplado de la guitarra, el chillido de las gitanas sobre cuál había de tocar el polo para que lo bailase Preciosilla, el ladrido de los perros y el desentono de los que cantaban, no me dejaron pegar los ojos en toda la noche”.
Con posterioridad aparecen otras referencias al polo y la caña como:
En una sátira-poesía que apareció en el periódico madrileño Minerva o el Revisor General, en su número de enero de 1805 (p.158), se refiere a una caña y polo agitanado que canta una joven que se llamaba Juliana.
En el prólogo de Juan Antonio de Iza Zamácola «Don Preciso en su Colección de las mejores coplas de seguidillas, tiranas y polos que se han compuesto para cantar a la guitarra, cuyo primer volumen apareció en 1799 (el segundo lo haría en 1802)
En el diario gaditano El Conciso del 25 de noviembre de 1812 (noticia con fecha del 19) se publica la letra de un polo con jaleos que nos relata la situación histórica que se vivía bajo la sombra de las bombas.
En 1826, dos años antes, Antonio López canta el polo de Ronda y Antonio Monge (según Manuel Bohórquez es Antonio Monge Rivero El Planeta, y según Barberán es a su vez hermano del bolero Luis Alonso) el Polo de Cádiz el domingo 17 de Septiembre de 1826 en el Teatro del Balón, y en 1827 el Polo de Jerez y antes, en 1824, habíamos encontrado el de Tobalo. La letra con que se suele interpretar el polo de Tobalo, «Tú eres el diablo, romera, que me vienes a tentar», no es otra cosa que un fragmento del Romance del Conde Sol (Conde de Noroña) de 1779
El nombre de la caña ha sido objeto de discusión entre los expertos, sin que se haya llegado a un acuerdo. Por su parte, García Matos atribuye este nombre a una canción andaluza en la que se alude a la caña de azúcar, según recoge Isidoro Hernández en su trabajo “Tradiciones Populares y Flores de España”. Zugasti, en su obra sobre el bandolerismo andaluz, muestra una antigua costumbre que se remonta a épocas medievales y que consistía en «cantar a las cañas», es decir, a los vasos de vino puestos en el mostrador. No obstante, un grupo importante se remiten a la denominación árabe de “gaunnia” (canto), en este punto coinciden Estébanez Calderón en 1847 y Richard Ford en 1830.
En Escenas Andaluzas, Estébanez describe a El Fillo como cantaor de cañas, considerándolo el estilista más antiguo de este cante. En tiempos de El Fillo parece ser que era costumbre empalmar la caña con el polo. Por la época de El Fillo se citan otras formas de caña atribuidas a Curro Pabla y a Tío José el Granaino.
Enrique Ortega «el Gordo Viejo» sustituye el polo, que desde El Fillo se cantaba con la caña, por lo que se conoce como el macho de la caña. Enrique Ortega «El Gordo» añadió a la caña una soleá corta y es don Antonio Chacón quién reemplazó el cante con el que finalizaba la caña Enrique El Gordo por una soleá grande de Triana, según Blas Vega, «logró dotar a la caña de una cuadratura musical perfecta».
Este cantaor dio a conocer la popular letra:
A mí me pueden mandar
a servir a Dios y al Rey
pero dejar a tu persona
eso no lo manda la Ley
Davillier también la sitia como baile habitual junto a el polo, o la rondeña en la primera mitad del s. XIX, mientras que en el álbum Colección de aires populares de Manuel Fernández Grajal, 1866, encontramos uno titulado curiosamente Playera o Caña. Poco después, en 1881, Antonio Machado y Álvarez («Demófilo») citará a Tío Luis el de la Juliana, como cantaor de cañas y polos.
En la actualidad flamenca en la que nos encontramos, es fácil observar que muy rara vez el público y el aficionado que empieza, sabe distinguir entre uno y otro, por ello queremos ofrecer una breve descripción de esos distingos.
La estructura del cante es diferente. La caña se compone de temple, caña, macho y soleá corta. En el polo no se hace el macho y la soleá es apolá. El polo es de estilo vigoroso frente al más recogido de la caña.
Hoy se conservan dos polos, el natural y el de Tobalo. Frente al polo natural el polo de Tobalo se distingue por unas cadencias más cercanas a la caña, lo que ha llevado a diferentes investigadores a afirmar que Tobalo lo que hizo fue una caña a su manera.
En la caña, tras el temple, se hace las primeras melismas o ayes (realizadas antiguamente a coro). En el polo, tras el temple se cantan los dos primeros tercios antes de los primeros ayes. En la caña se repite dos veces una misma serie de cinco ayes; mientras que en el polo, la primera es igual que la de la caña pero ya a partir de la segunda, las variantes son evidentes.
Caña ( Aaaaa / Aaaaa / Aaaa / Aaaa / Aaaa / Aaaa )
Polo ( Aaaaa / Aaaa / Aaaa / Aaaa / Aaaa )
Tanto el polo como la caña se cantan básicamente sobre estrofas de soleá grande. De todas formas, y al ser estilos antiguos, se pueden identificar algunos vestigios de romances primitivos.
En el plano tonal la caña y el polo son dos estilos diferenciados. La caña se rige por la escala andaluza, con un carácter más cercano a la soleá, acentuando el carácter modal y apoyando todo el peso sobre el primer grado modal, el Mi, mientras que polo reposa más sobre el cuarto grado modal, el La menor.
Son todas ellas, indicaciones para poder distinguir entra la caña y el polo, porque si una cosa esta clara, es que para poder interpretar sin perder la pureza del flamenco, es preciso conocer de cada palo sus fundamentos, historia, proceso evolutivo y su por qué; ya que debemos ser su fiel herencia flamenca.
Por Fátima Franco
Bailaora cordobesa miembro del Consejo Internacional de la Danza de la UNESCO y autora del libro “La indumentaria en el baile flamenco. Un recorrido histórico», galardonado con el Premio Internacional de investigación etnográfica del flamenco “Juan de la Plata” de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera.