David Pino (Puente Genil, 1972) es uno de los cantaores que con más afán trata de rescatar y revalorizar ese vasto repertorio de cantes olvidados del flamenco. Profesor del Conservario de Córdoba desde hace diez años y acreedor de los más reputados galardones del circuito flamenco – Concurso de Arte Flamenco de Córdoba, La Unión y Lo Ferro, entre otros -, actualmente compagina la docencia y el cante profesional en un momento de madurez artística que tratará de ensalzar en su próxima actuación en el Festival de Cante Grande ‘Fosforito’ de Puente Genil.
– Hace cinco años que ganó el Premio Nacional de Flamenco de Córdoba, ¿qué recuerdos tiene de esos momentos?
– Tengo un doble sentimiento, porque el mundo de los concursos es muy cruel y fueron momentos de mi carrera que viví con mucha intensidad. Tuve la suerte de ganar y de ver recompensado mi trabajo, aunque creo que todos los premios son injustos porque siempre se dejan de dar a alguien que también lo merece. A nivel profesional mi carrera cambió, porque me abrió muchas puertas y uno tiene que hacerse acreedor del premio. No obstante, desde mi punto de vista, creo que el mejor concurso es el trabajo del día a día y obtener el beneplácito del público.
– Después de la generación de ‘Fosforito’ o Antonio Mairena, y más tarde Enrique Morente o Camarón, ¿cómo calificaría la época que vive actualmente el flamenco?
– Yo diría que, hoy en día, se canta mejor que nunca. El nivel de perfección que ha alcanzado el cante en nuestra época no lo ha habido nunca. Y lo mismo sucede en la guitarra o en el baile. Lo que está claro es que los tiempos cambian y quizá se ha perdido la naturalidad en el cante. El flamenco es una música que viene de la calle, que se ha ido forjando a través de las vivencias, y, sin embargo, actualmente eso ha cambiado porque el flamenco ha adoptado un nivel académico. ¿Eso le resta valor? Posiblemente sí, pero estoy seguro que el flamenco también ha ganado mucho en técnica vocal, afinación, armonías e instrumentalización.
– ¿Cree que la integración del flamenco en la industria cultural también está menoscabando la pureza de los espectáculos?
– El flamenco es una música que está muy mercantilizada. Hay que tener en cuenta que este arte tiene las puertas abiertas de cualquier teatro del mundo y se ha preocupado de hacerse más accesible a todo ese público. Mientras que lo que se haga tenga calidad, bienvenido sea…
«Los jóvenes saben que la Niña de Los Peines fue una cantaora grandiosa, pero la mayoría no ha estudiado su obra»
– ¿Están los aficionados más jóvenes concienciados de la importancia que tiene el conocimiento de las raíces de las que mana el flamenco actual?
– Creo que son conscientes porque oyen hablar de los artistas antiguos, pero no porque ellos tengan una idea de primera mano. Saben que la Niña de los Peines fue una cantora grandiosa, pero la mayoría de ellos no ha estudiado su obra. Y, en el caso de los guitarristas, pasa lo mismo.
– ¿La consecuencia de esto puede ser que desaparezcan o caigan en desuso algunos cantes con el tiempo?
– El sentimiento derrotista siempre ha existido en el flamenco. Demófilo, el padre de Antonio Machado, ya decía a finales del siglo diecinueve que el flamenco se iba a acabar por culpa de los ‘cafés cantantes’. Y Manuel de Falla, en 1922, dijo que el cante jondo estaba apunto de desaparecer para siempre. Sin embargo, ambos se equivocaron. Muchas veces infravaloramos el gusto del público. Yo creo que el público acepta todo tipo de cantes, siempre y cuando lo que escuche sea de calidad y esté bien hecho.
– Se está perdiendo el estilo de vida flamenco, las tabernas… ¿Cómo ve el futuro de las peñas flamencas?
– Me parece una heroicidad que todavía haya peñas flamencas, sobre todo porque el problema fundamental es que no hay interés. Tuvieron su sentido en un determinado momento y ahora nos encontramos con las redes sociales, que podríamos decir que es otro tipo de peña donde los amigos hablan y discuten sobre flamenco. Por eso, a día de hoy, me parecen una institución anacrónica con un futuro bastante negro.
«En Puente Genil, mi apuesta personal es no repetir cantes, porque este festival es un reto para mí»
– En el ámbito del Conservatorio, ¿cree que debería propiciarse un acercamiento de los alumnos a entornos donde se cuece habitualmente el flamenco?
– Por supuesto. Aquí en Córdoba este año hemos impulsado una serie de audiciones de guitarra en la Peña Flamenca de Córdoba, porque hay alumnos que nunca han experimentado lo que es estar en una peña viviendo el flamenco.
– ¿Qué le aporta la docencia a nivel artístico y personal?
– A mí me gusta mucho cantar y también la docencia y lo mejor que le puede ocurrir a alguien es trabajar en lo que le gusta. Mi trabajo del día a día me permite vivir del flamenco, que es dificilísimo en los tiempos que corren, y cantar y tener contacto con el mundo del flamenco.
– ¿Tiene ya preparado el repertorio para el Festival de Puente Genil de este año?
– Hasta dos o tres días antes no sé lo que voy a hacer. En el caso de Puente Genil, mi apuesta personal es no repetir cantes, porque este festival es un reto para mí y lo afronto como un catalizador, en el que suelo hacer una revisión de mi momento artístico. Tengo en mente algunas cosas y voy con toda la ilusión del mundo a dar al público lo mejor de mí mismo.