El brindis de artistas y autoridades sirvió para inaugurar la Cata Flamenca de Montilla 2013. Foto: Miguel Valverde.

Borrachera de arte en la Cata Flamenca de Montilla


La antesala a la Fiesta de la Vendimia que celebra cada año Montilla se ha convertido en una cita ineludible para los aficionados al flamenco de toda la provincia, que la noche del sábado abarrotaron el patio de las naves de Ciatesa atraídos por un sugerente cartel una la Cata Flamenca que ya prometía de antemano grandes dosis de flamencura.

Y lo cierto es que la cita no defraudó al millar de personas que se dieron cita. El Pele, Arcángel, Argentina, Antonio Mejías y la bailaora Estefanía Cuevas brindaron a quienes no quisieron perderse una nueva edición de la Cata Flamenca una borrachera de arte en la que el duende nuevamente se sirvió en catavinos.

Tras el tradicional brindis de artistas y autoridades con el público, abrió la noche por tonás el cantaor local Antonio Mejías. Entregándose como acostumbra en cada tercio y arropado por una troupe de seguidores, el último premio nacional absoluto del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba elevó el listón inicial de la noche al resto de sus compañeros. Eso a pesar de los problemas de sonido que encontró al comienzo de su recital, que echaron por tierra su cante por alegrías y empañaron durante toda la actuación la brillantez sonora de la magnífica sonanta de Manuel Silveria. Pero pese a las adversas circunstancias que el cantaor y su acompañamiento encontraron sobre las tablas, Mejías cuajó una buena actuación en términos generales. Interpretó temas de su disco ‘En su tiempo’, como los tanguillos en recuerdo al Tío Chano Lobato o las bulerías dedicadas a Moraíto Chico, y brilló especialmente en las seguiriyas que dedicó al maestro Pele con el espectacular macho de Manuel Molina como colofón.

Tras el montillano subió a las tablas Argentina, que llegaba como uno de los grandes reclamos del cartel a pesar de su reciente participación este año en citas como la Noche Blanca del Flamenco o el Festival de Cante Grande Puente Genil. La cantaora onubense es una de las artistas que más galas está protagonizando desde que presentara hace ya más de año y medio su disco ‘Un viaje por el cante’ -de hecho, volverá a la provincia esta semana para participar en las Jornadas Flamencas de Lucena-, todo un éxito que debe en gran parte a su acertada puesta en escena, a una prodigiosa voz y a la frescura que ha sabido imprimir a su repertorio. Comenzó con su revisión del garrotín, los cantes del Piyayo y tangos de Triana para continuar por bulerías por soleá y malagueñas con remate por abandolaos. Argentina estuvo mecida en todo momento por las guitarras de ‘El Bolita’ y Eugenio Iglesias y por el inconmensurable compás a las palmas de Torombo y los coros de Los Mellis. La fuerza de su directo embriagó a los aficionados por seguiriyas, cantiñas y bulerías. Y como no podía ser de otra manera, maestra en los cantes de su tierra, la onubense culminó su actuación arrancando los coros del público en unos excepcionales fandangos de Alosno que a buen seguro quedarán para el recuerdo.

Llegado el ecuador de la noche fue el turno de la bailaora cordobesa Estefanía Cuevas, que junto a su grupo convenció en un baile por soleá en el que volvieron a repetirse los problemas de sonido. Su baile conjuga raza, temperamento y elegancia, un maridaje que resultó perfecto para la ocasión.

Su actuación dio paso a otro de las grandes figuras de la noche. Ya sobre el escenario, Arcángel se encargó de demostrar una vez más por qué es uno de los principales referentes del cante actual. Con el único acompañamiento de la celestial guitarra del granadino Miguel Ángel Cortés, el onubense dio lo mejor de sí mismo cantando por derecho un repertorio rebosante de jondura. Malagueñas y abandolaos, soleá, tientos-tangos, seguiriyas y unas exquisitas alegrías en las que recordó el estilo de Córdoba fueron los palos fuertes de una actuación muy seria en su planteamiento, que tuvo uno de los momentos álgidos en los fandangos que dedicó a su maestro El Pele.

Pero el plato fuerte aún estaba por llegar. Tras pasar por las tablas tres de los artistas que abanderan esa nueva generación de cantaores, era el momento de la experiencia, del magisterio, de la raza… de la genialidad de El Pele. Recuperado de sus problemas de salud, no perdió la oportunidad de agradecer una vez más su labor a los profesionales del Hospital Reina Sofía. “Ellos son los que me tienen bueno”, dijo. El Pele se mostró con ganas nada más abrir su recital con La Rosa de Manolo Caracol y suyos fueron sin duda los mejores momentos de la noche en compañía de Niño Seve y David Caro a la guitarra. Especialmente cuando se arrancó por seguiriyas, sentando cátedra y evidenciando que hay pocos que le hagan sombra ejecutando este cante. Con las sevillanas del Pañuelo y unas pinceladas de ‘Vengo del Moro’ el público terminó rendido a sus pies.

Aún así, ahí no terminó la cosa. De nuevo con Estefanía Cuevas y su grupo sobre las tablas, El Pele se marcó una pataíta por bulerías para disfrute del personal. Una imagen que sirvió de cierre a una gran noche y que embriagó de felicidad a todos los que admiran a este incomparable cantaor.

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