El cante protagoniza otra noche jonda en el Gran Teatro

La segunda entrega de la fase de opción a premio del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba tuvo de nuevo como protagonista a alumnos de la Fundación Cristina Heeren, en esta ocasión representada por los aspirantes de la modalidad de Guitarra y Baile. El apunte no es baladí, ya que este año seis de los doce aspirantes – en realidad siete, si contamos al guitarrista cordobés Alfonso Linares, que estuvo becado en 2011- son o han sido alumnos de esta institución, lo que pone de manifiesto el importante papel que la fundación hispalense viene realizando en los últimos años en cuanto a promoción y forja de nuevos talentos del arte jondo se refiere.

Las primeras notas de la noche corrieron a cargo del guitarrista Niño Martín, artista onubense nacido en Alemania. Puso en valor una gran técnica desde el inicio, con picados de gran limpieza, un trémolo redondo y un pulgar muy flamenco en la ejecución de los fraseos iniciales de la granaína de composición propia con la que se arrancó. También de cosecha propia fue el toque por soleares con el que dio continuidad a su actuación, una pieza enclavada en los cánones clásicos armónicos donde se le vio menos preciso en algunos pasajes. Por contra, se creció en el toque para el cante de Armando Mateos, que arrancó por malagueñas para rematar con abandolaos. Y dejó vista para sentencia su participación en el certamen con el acompañamiento al baile, donde contó con la colaboración en la coreografía de Bea Rivero y defendió dignamente su participación en la fase final del certamen.

Bata de cola y castañuelas para la soleá con la que se presentó Lucía Fernández ‘La Bronce’ ante el público, que la recibió con un ambiente más frío del que registra habitualmente el patio de butacas del Gran Teatro. En su primer baile la hispalense apostó alto haciendo valer uno de los elementos del baile femenino que más dificultad entraña. Una técnica que en algunos momentos pareció superarle y que defendió con una coreografía que cocinó a fuego lento a base de sugerentes braceos y medidos zapateados. Siguió con una farruca y terminó con un baile por alegrías, esta vez con el mantón como elemento artístico, dejando en ambos casos de manifiesto la influencia de la Danza Española en su forma de interpretar el flamenco.

En la modalidad de Cante, el turno fue para la cordobesa Rocío Luna, a la que tuvimos que esperar más de lo previsto debido a un problema de sonido hasta que finalmente hizo acto de aparición en el escenario. La demora mereció la pena. Arropada por su guitarrista de siempre, el cordobés Rafael Montilla ‘Chaparro Hijo’, y la colaboración a las palmas de Richard Gutiérrez y Alberto ‘Parraguilla’, la de Cañada del Rabadán templó su actuación con unas letras por tonás que hizo a palo seco, rebuscando la jondura que requiere este palo en lo más profundo de sus entrañas.

Así fue como levantó los primeros oles de la noche, cantando por derecho. Y continuó su repertorio prodigando su melismática voz por granaínas. Llegada la hora de entrar en compás, derrochó fuerza, ritmo y flamencura por caña y bulerías. Suyos fueron los mejores momentos de la noche, consiguiendo el favor del respetable y postulándose como una firme candidata al triunfo final

Mañana martes, a partir de las 20h, nueva cita con lo jondo. El Gran Teatro acogerá la tercera ronda de la fase de opción a premio, que reunirá en esta ocasión al único finalista extranjero de esta edición, el guitarrista mejicano, Daniel Mejía; el baile de otra artista de la tierra, la cordobesa Carmen ‘La Talegona’; y la participación en la modalidad de Cante del sevillano Juan de Mairena.