La Noche Blanca del Flamenco volvió a poner de manifiesto en la madrugada del pasado sábado por qué es el mayor evento de flamenco del mundo. Decenas de miles de personas abarrotaron una vez más las calles y plazas al calor de un elenco de artistas que pusieron patas a arriba una ciudad entregada a la fiesta flamenca.
Era el Día Internacional de la Música. Y Córdoba lo celebró convirtiéndose una vez más en capital mundial del arte jondo. Un éxito de convocatoria que será recordado por superar todas las expectativas posibles en cada uno de los diez escenarios repartidos por el casco histórico.
Sara Baras abarrota Las Tendillas
Abrió la noche Saras Baras y su compañía en Las Tendillas, donde previamente se inauguró la noche con un video en recuerdo al maestro Paco de Lucía. A la bailaora gaditana se le quedó pequeña la plaza y su espectáculo fue un preludio de lo que se vivió en el resto de escenarios. Acompañada de un magnífico cuerpo de baile y de su pareja artística y sentimental, el bailaor cordobés José Serrano, a quien se rindió homenaje, Baras cuajó una de las mejores actuaciones de la noche. Especialmente brillante estuvo por seguiriyas, reafirmando su baile con sus personalísimos braceos y desplantes.
Arcángel acaparó en el Compás de San Francisco a los aficionados que continuaban la peregrinación en una franja horaria que hizo coincidir su espectáculo con el de los ganadores de los Premios Nacionales del Concurso Nacional de Córdoba -Manuel Cástulo, Niño Seve y Mercedes de Córdoba- y el montaje ‘Patio de Lucía. Homenaje al maestro Paco de Lucía’, dirigido por el bailaor cordobés Daniel Navarro. El estreno absoluto de ‘Estruna’ destacó por su originalidad y musicalidad. Una propuesta en la que se solapan el flamenco y canción búlgara con un gusto exquisito y que solamente estuvo deslucida por los problemas de voz que el cantaor onubense sufrió en algunos momentos de su actuación.
Noche mágica con Niña Pastori
A esas alturas de la noche, los dos platos fuertes ya se habían servido. José Mercé abarrotaba La Corredera ante un público entregado, que disfrutó de algunos de los temas de su último disco y también de éxitos como ‘Aire’, con el que el jerezano se despidió del escenario. Y Niña Pastori repetía actuación en la Noche Blanca del Flamenco en el mágico escenario del Patio de Los Naranjos.
A pesar de que la organización deliberadamente hizo coincidir en hora ambas actuaciones, las limitaciones de aforo y la masiva afluencia de público que se dio cita en las inmediaciones de la Mezquita-Catedral provocaron algunos momentos de tensión que fueron sofocados por la policía, que llegó a interrumpir el acceso al Patio de Los Naranjos. Solventados los problemas de sonido iniciales, grandes éxitos como ‘Cai’ e inéditos como ‘Los tangos de la nana’ hicieron vibrar a la legión de seguidores de Niña Pastori.
En la Plaza del Potro, Tomasito liaba la traca a las dos de la madrugada. El jerezano ofreció uno de los conciertos más frescos de la séptima edición de la gran fiesta del flamenco. Su original puesta en escena y la desbordante locura que derrocha sobre el escenario fueron más que suficientes para subir la temperatura de una noche que continuaba en la Plaza de Abades con una propuesta en la que se fundían flamenco y música árabe.
Fiesta hasta las claras del día
Otra de las triunfadoras de la noche fue María Toledo. Comenzó recordando a Paco de Lucía y continuó por soleá rememorando a uno de sus maestros, el cantaor cordobés Manuel Moreno Maya ‘El Pele’, que tampoco quiso perderse la actuación de sus discípula. María Toledo encandiló al publico cantando al piano y acompañada por violín y guitarra demostró por qué es uno de los iconos del nuevo flamenco.
Con casi todo el pescado vendido, quedaba aún otra de las actuaciones más esperadas. Diego Carrasco había prometido que cantaría a los panaderos y a los lecheros hasta la luz del alba. Y así fue, a pesar de que los cortocircuitos eléctricos deslucieron uno de los más multitudinarios fines de fiesta que han tenido lugar en la Puerta del Triunfo. El ritmo del ‘Hippytano’ contagió a la marabunta que despidió otra Noche Blanca del Flamenco. Una noche en la que el flamenco fue nuevamente la excusa para que una ciudad entera se echara a la calle.
Una exitosa convocatoria con pros y contras
Aunque no hay cifras oficiales de afluencia de público, las evidencias a pie de calle hacen pensar que la séptima edición de la Noche Blanca del Flamenco ha sido una de las más concurridas desde su inicios en 2008. Puede que no guste a todo el mundo, pero los miles de visitantes que se han acercado a Córdoba este fin de semana, la actividad económica que genera y la proyección que ha alcanzado la ciudad con este evento son argumentos lo suficientemente convincentes para continuar apostando por una iniciativa que trasciende lo meramente cultural, que reviste una complejidad organizativa extraordinaria y que se ha desarrollado sin incidentes de importancia un año más.
Lo que ocurre es que, como en otras tantas cosas, la calidad suele estar reñida con la cantidad. La masiva afluencia de público en algunos escenarios y la marea de gente que se desplazaba por el laberinto de calles del casco antiguo hicieron intransitables algunas zonas e imposible el acceso a determinadas plazas. Deslices como permitir el acceso de tres taxis por la calle Ambrosio de Morales momentos antes de que diera comienzo el concierto de María Toledo en la Plaza de Jerónimo Páez, derivaron en un peligroso tapón que puso en riesgo la seguridad de decenas de personas e impidieron el disfrute de uno de los mejores conciertos de la noche.