Huracán Valencia

Si José Valencia se coronó en la pasada Bienal como Papa del cante, ahora ha llegado para extender su predicamento entre unos fieles que creen en él ciegamente. Porque, aunque cueste explicarlo, cuando este cantaor pisa la escena se convierte en un Padre Todopoderoso y su voz pasa a ser un dogma de fe. El Evangelio por su boca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es decir, a estas alturas es indiscutible que lo de este artista pertenece a otra esfera supra terrenal. Pero no sólo por sus cualidades técnicas -que las tiene- sino porque goza de un magnetismo que mueve literalmente del asiento al público y lo deja trastocado. Por eso, a la salida del Lope de Vega no había espectadores sino supervivientes del huracán Valencia.

Foto: Adam Newby.

Y eso que a lo que se enfrentaba el lebrijano no era materia fácil. Grabar un disco en directo, que era el objetivo del encuentro, entraña muchos riesgos y podría haber jugado en su contra. De hecho, es cierto que en ocasiones lo vimos acelerado y que no pudimos disfrutarle en su plenitud, saliéndose del tiesto que era el álbum.  Tampoco estuvo igualmente magistral que todos los palos que interpretó y hasta pueda pecar de excesivo renegando de la belleza de su sonido más natural y la limpieza de las letras. Claro que, como decimos, esto pasa a un segundo plano porque José es un bicho escénico que puede con lo que se proponga.

Es increíble cómo clava las notas, cómo modula la voz para lanzarla y recogerla a su antojo tal y como le exige el cante, cómo recorta, cómo remata, cómo se conoce. Es como si de repente en él confluyeran todos los grandes del flamenco porque, por momentos, es capaz de aunar el conocimiento de Mairena, la perfección de Chacón, la presencia escénica de Caracol y la facilidad con la que alargaba los tercios Pastora Pavón. Como si, parafraseando el eslogan de la cita sevillana, todos los caminos llevaran a José.

Foto: Adam Newby.

Además, mostró una gran inteligencia rodeándose certeramente de dos guitarras que le prometían los dos universos que en él convergen tan bien. La fantasía y sensibilidad compositiva de Juan Requena con la hondura y el gusto de Manuel Parrilla. Esto y tres palmeros pulcros y exactos, Manuel Valencia, Juan Diego Valencia y Bobote, que no podían más que reforzar el compás que ya tiene el cantaor.

Como resultado, un álbum que se habría agotado de haber estado a la venta a la salida. Un trabajo genial comercialmente hablando en el que -permítanme el término- el artista convierte algunos palos en temazos que podrían ser superventas, como hace con los tangos, las cantiñas o la canción por bulerías que encendió a los asistentes.

Así, si hace dos años reclamamos el Giraldillo al Cante que finalmente le concedieron, ahora habría que inventar un nuevo premio, aunque sea a modo de agradecimiento por lo bien que nos lo hizo pasar. En fin, José, que venga a nosotros tu reino.


‘Directo’ de José Valencia. Teatro Lope de Vega. Cante: José Valencia. Toque: Juan Requena y Manuel Parrilla. Palmas: Manuel Valencia, Juan Diego Valencia y Bobote. Dirección artística: José Valencia.

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