Durante los últimos días, los medios de comunicación han destacado que los hermanos Campallo son hijos de la Bienal. Podríamos ir más allá: son hijos del flamenco hispalense. Representantes de una escena flamenca que su generación salvó a base de estudio y entrega.
Desde las legendarias noches de la Alameda y el sentir de la Triana de las dos Cavas, el flamenco partió hacia donde estaban sus hijos, hacia los barrios, y allí sembró su futuro en las academias de Galván, del gran Farruco, de Manolo Marín… de algún modo todos ellos padres de estos vástagos, estos herederos con apellido común que comparten la sangre azul del baile sevillano.

La de anoche fue una velada de puertas para adentro, emotiva y a ratos jovial. Los Campallo, los tres (no podemos olvidarnos nunca de Juan a la guitarra), quisieron compartir su historia con el respetable y el espectáculo comunicó gratitud, añoranza y mucha verdad. Pues el baile de Rafael y Adela es principalmente veraz: técnica perfecta sin refugios ni escaparates. Sudor con quilates, sobre todo en Adela. Ella, que tanto ha luchado por esto, tiene que ser por fuerza más robusta, tensa, contundente. Pura garra, reivindicación.
Rafael, que cuenta con todo eso, es además detallista y, cuando se relaja, conecta siempre con el público. Así sucedió en las cantiñas, en los tangos del Titi (maravillosos) y también, aunque desde la solemnidad, con el paso a dos junto al maestro José Antonio Ruiz, en una farruca donde simbolizaron la vertiente más extrema de la enseñanza. Queremos destacar la calidad del atrás que, comandado por Juan Campallo, puso alas a la pareja.

Adela deslumbró en los caracoles con abanico en recuerdo a su paso por los tablaos, en especial el de Los Gallos, donde se curtió como pocas. La maestra Carmen Ledesma se sumó a ella en unas bulerías que traspiraron gracia y contoneo. En la seguiriya, Adela volvió a resultar igual de incisiva, pero combinando sabiamente rigor y abandono, naturalidad y exigencia.
Quizás el momento más intenso de la noche se produjo en el dúo por soleá de los dos hermanos, de riguroso negro, al igual que su baile. En él pudimos distinguir sus personalidades, reconociendo unas cualidades que están ecuánimemente repartidas. Cerró el telón un fandango cantado por la madre de los tres, en el que les desea unión permanente mediante esa sangre común. La que tiene ellos tres y comparten con nosotros.
‘Sangre’. Adela Campallo & Rafael Campallo. Teatro Lope de Vega. Baile: Rafael Campallo, Adela Campallo. Artistas invitados: Carmen Ledesma y José Antonio Ruiz. Cante: Enrique el Extremeño, Jesús Corbacho y El Londro. Toque: Juan Campallo y David Vargas. Percusión: Raúl Botella.