Desde que el piano flamenco se pusiera de moda en los antiguos tablaos de los años cuarenta, solo David Peña Dorantes ha logrado como solista que la versión flamenca de este instrumento cale en el gran público. Éxitos como ‘Orobroy’ se han convertido en auténticos clásicos dentro del repertorio flamenco más contemporáneo. Y su estilo, abrazado al jazz y a la música clásica, es sin duda uno de los referentes para muchos de los jóvenes que hoy empiezan a adentrarse en el mundo del piano flamenco.
Tal vez sea ése uno de los motivos por los que el lebrijano ha sido el encargado de inaugurar este año la IV Jornada de Puertas Abiertas de Flamenco del Conservatorio de Córdoba, el único de Andalucía donde se imparten los estudios de Guitarra Flamenca y Flamencología. Tras finalizar su lección inaugural hablamos con Dorantes en una de las aulas, rodeados de tres pianos. En la casa donde como él dice se hizo músico “un flamenco de cuna”, nos transmite con palabras su personal visión del flamenco.
– ¿Quién iba a pensar hace unos años que el flamenco iba a tener un espacio en el Conservatorio?
– Por las evidencias históricas era difícil imaginarlo hace unos años, pero desde un punto de vista lógico una música como el flamenco merece estar en el Conservatorio.
– ¿Pero verdaderamente es el lugar ideal para formar a un músico flamenco?
– Creo que sí, tanto en el caso del piano como de otros instrumentos. En el piano, se suma además que no hay otro sitio donde aprenderlo, porque no ha existido una transmisión oral como la de la guitarra flamenca. Aún así, creo que a los guitarristas flamencos les vendría muy bien conocer la gramática musical y la técnica de la guitarra clásica para el empleo de la mano izquierda. Lo que pasa es que si uno quiere ser músico flamenco debe tener muy claro que hay salir también fuera del Conservatorio.
«Me siento un músico que ha nacido dentro del flamenco y que está abierto al estudio de otras músicas»
– ¿Lo dice porque el flamenco no es flamenco sin la improvisación, la intuición o las experiencias vitales?
– En el flamenco se improvisa mucho. Yo he pasado muchas fiestas con mi gente y me metía a acompañarles en un rincón con mi piano o mi guitarra. Y había que improvisar las tonalidades para cada cantaor, las falsetas… Está claro que un Conservatorio no te enseñan a improvisar. Para buscar eso hay que irse a los barrios y meterse en el ambiente.
– ¿Cualquier instrumento puede servir para hacer flamenco, hay instrumentos más flamencos que otros o lo que importa realmente es el alma del que lo interpreta?
– Depende del intérprete. Se puede ser rabiosamente flamenco con un clarinete. Si uno tiene el flamenco metido muy dentro y le sale sin proponérselo, está condenado a que todo le suene a flamenco. Yo estoy condenado a que todo lo que toque suene a flamenco. Además del piano y la guitarra, también toco la batería, el violín y el bajo y no puedo evitar que salga flamenco… Yo soy flamenco y dejaré de serlo el día que me muera.
– ¿Se ha sentido en alguna ocasión más valorado fuera del mundo del flamenco?
– La verdad es que no. Creo que los flamencos me han valorado desde el principio de mi carrera. Y lo mismo me pasa en los festivales de jazz, donde me ven como un pianista diferente a lo que hay ahora mismo. Yo no soy un pianista flamenco que te haga una seguiriya tipo guitarrera. Me siento más bien un músico que ha nacido dentro del flamenco y que está abierto al estudio de otras músicas.
«El flamenco es pura música y deberíamos brindar cuando alguien tiene una idea nueva»
– Precisamente su último disco Sin Muros! es toda una declaración de intenciones en este sentido. ¿Cree que uno de los males endémicos del flamenco es su encorsetamiento?
– Si estás en una habitación cerrada y tienes angustia, el mal que sufres es la propia angustia. No su tamaño o el hecho de que esté cerrada. Porque si uno se lo toma con filosofía es capaz hasta de quedarse a vivir allí dentro y ser feliz. Con el flamenco podría decirse que pasa lo mismo. Debería haber menos paranoia. El flamenco es pura música y deberíamos brindar cuando alguien tiene una idea bonita. Nada más el hecho de que una persona tenga una idea diferente debería celebrarse. Luego ya se verá si vale o no. El flamenco es algo que está vivo y pensar lo contrario no tiene sentido.
– ¿En el flamenco hay más prejuicios que en otras músicas?
– Esto es propio de todas las disciplinas musicales y común a todas las artes. También pasa en la música clásica e incluso en el jazz. A Tchaikovsky lo abuchearon en su tiempo y ahora es uno de los compositores más valorados.
«El jazz es un juego para darle un camino diferente a mi música en determinados momentos»
– ¿Qué aportan a la música de Dorantes otros estilos como el jazz o la música clásica?
– El jazz es un recurso que empleo cuando me apetece. Es un juego para darle un camino diferente a mi música en determinados momentos. También me gusta la música árabe y la hindú, por eso a veces también empleo escalas de esos estilos para tener siempre una puertecita por la que salir y divertirme.
– ¿Cómo se siente al ser un referente para todos esos jóvenes que ahora se plantean hacer flamenco con el piano?
– Me parece genial que el piano tenga su sitio dentro del flamenco. No es un objetivo que haya perseguido, porque en ese sentido soy bastante egoísta y nunca he luchado porque el piano sea un instrumento flamenco. Pero qué duda cabe que me alegra que el instrumento que más quiero tenga su espacio dentro de este arte.