El teatro Central de Sevilla se convirtió anoche en el templo donde ‘Los Evangelistas’ rindieron homenaje al maestro Enrique Morente, para quien estos integrantes de ‘Los Planetas’ y ‘Lagartija Nick’ han creado este proyecto.
Aún duele demasiado la herida por la pérdida de este ‘Pastor’ que predicaba el ‘Evangelio por su boca’, como decían las madres antiguas. Y, por tanto, cualquier recuerdo, cualquier guiño, cualquier referencia, logra sobrecoger de forma inmediata a sus seguidores, a los que saben lo que significa su ausencia.
Enrique ha dejado huérfano a toda una generación de flamencos pero también de roqueros. Los que elevan a categoría de culto uno de los discos más influyentes de la historia reciente de la música, ‘Omega’, y los que han sabido apreciar la contribución de este animal escénico en el mundo planetario. Los que ayer estaban allí.
Claro que los aficionados que amaban la rotundidad de Enrique, su sabiduría, su eco jondo, sólo pudieron encontrar sus migajas en las letras que con dificultad se entendían en las voces de Antonio Arias (Lagartija Nick) y Jota (Los Planetas). Por lo visto esto es rock psicodélico y así hay que entenderlo. ¡Lo bien y lo pronto que lo hizo el maestro!
Y eso que salió a escena Carmen Linares y Soleá, la hija del homenajeado, para tratar de imprimir flamencura en la propuesta. Pero cuando ambas entonaron a dúo el ‘Donde pones el alma’, no se podía evitar mirar al cielo esperando a que en algún momento el genio bajara con los clarines… “Los pájaros son clarines y entre los cañaverales le dan los buenos días al divino sol que sale”…
En fin, dejémoslo así, en que esto fue otra cosa para otra gente. Los morentistas solo conseguimos echarlo aún más de menos. Sin el Pastor, es predicar en el desierto. Él era el único que convertía en flamenco todo lo que tocaba.