Cinco estrellas para el firmamento Bayón


No tiene títulos superlativos. No es la más grande ni la diosa ni la emperadora de ningún reino flamenco pero ha vuelto tras cuatro años, con el Premio Nacional de Danza mediante, para traer el mejor espectáculo de lo que llevamos de Bienal. Y aún más, para bailar más y mejor de lo que lo ha hecho hasta ahora ningún otro artista en la presente cita sevillana.

Isabel Bayón se vació el martes sobre el escenario del Lope de Vega y los espectadores que habían agotados las entradas salían del teatro conmocionados por saberse depositarios de las más secretas confesiones de su vida. Siendo conscientes que ya nada podrá romper los lazos que se crean después de tan sincera declaración.

Desde que pisó descalza las tablas para jugar con el agua que imaginamos, se fue empapando de sus propios recuerdos, reafirmando en su presente y soñando con su futuro. Sumergiendo al público en su viaje con una sutileza exquisita, con una serenidad sobrecogedora.

Foto: Adam Newby.

La sevillana bailó y bailó sin parar. Rememoró a Mario Maya sentada en la silla, derrochó fuerza escénica por abandolaos. Siguió con una farruca para enmarcar y sacó después el abanico en unas guajiras en las que nos sonsacó, nos pellizcó y nos besó, tal y como lo hizo con sus músicos. Y cuando parecía que ya lo había dado todo, se paró en unos rotundos y secos martinetes y trajo lo mejor de la escuela sevillana en las cantiñas con bata de cola. Logrando que cada uno de estos palos merecieran por sí mismos un párrafo de esta crónica.

Todo porque Bayón, como decía Mario Vargas Llosa de su mujer, sabe hacer de todo y todo lo hace bien. Anda sobrada de técnica pero consigue que esto se olvide. Es expresiva, graciosa, añeja y original. Enérgica y dulce. Con discurso. Capaz de moverse por la escena como si le hubiesen puesto ruedas a sus tacones pero también de pararse y cortar el tiempo con un desplante o un movimiento de hombros.

Foto: Adam Newby.

Pero además, ‘Caprichos del tiempo’ es -¡qué alegría!- una propuesta limpia donde todo tenía sentido y estaba medido. Incluidas las temidas proyecciones y las voces en off. Perfecta en el ritmo y en los tiempos. Con excelente luz. Y lo más importante, con un atrás de grandes.

Imprescindible hablar del gusto con el que la acompañaron los guitarristas Jesús Torres y Juan Requena y de la preciosidad de las composiciones musicales que han creado para esta obra. De la elegancia en la percusión de José Carrasco. De la voz dolida y clara de Miguel Ángel Soto ‘Londro’. Y, cómo no, de un David Lagos que literalmente arrancó lágrimas con la farruca y estremeció con la seguiriya. Si después de esto -y de su recital con Israel Galván- no hay Giraldillo para esta Lámpara Minera, habrá que buscar explicaciones en la incompatibilidad de premios.

Cinco estrellas, en fin, para el firmamento Bayón. Un cielo sin posturas ni imposturas en el que, ahora sí, podríamos quedarnos eternamente.


‘Caprichos del tiempo’. Teatro Lope de Vega. Coreografía y bailaora: Isabel Bayón. Guión musical: Isabel Bayón y Jesús Torres. Composición musical y guitarra: Jesús Torres, Juan Requena. Cantaores: David Lagos, Miguel Ángel Soto ‘Londro’. Percusionista: José Carrasco. Producción: El Mandaíto. Producciones SL Diseño de luces: Florencio Ortiz. Diseño de vestuario: Flamencura. Técnico de sonido: Manu Meñaca.

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