La encarnación de ‘La Pepa’ por Sara Baras logró completar el aforo del Gran Teatro el viernes pasado en el primero de los dos pases que la compañía ha llevado a cabo en Córdoba este fin de semana.
Su alegoría de la primera constitución española, la recreación del Cádiz de principios del siglo XIX y su propio nombre en el cartel son motivos más que suficientes para que esta fiera de los escenarios abarrote teatros logrando reunir a un público que rehuye habitualmente la parafernalia flamenca.
‘La Pepa’ de Sara Baras es un sentimiento, una actitud ante la vida que la bailaora manifiesta a lo largo de un espectáculo de más de dos horas de duración en el que reproduce la conducta irreverente de un pueblo oprimido por la invasión francesa y se sumerge en la fiesta de los corrales de vecinos y tabernas gaditanas de la época para lanzar a la platea un grito de libertad. Todo ello con una escenografía y vestuario cuidados al detalle, un juego de luces especialmente sobrecogedor en la representación de La Guerra de la Independencia con la que se abre la obra y un elenco de artistas excepcional. Entre ellos, el cordobés José Serrano como bailarín invitado y el libanés Ara Malikian, uno de los más brillantes y virtuosos violinistas de su generación.

Pero más allá de su magisterio sobre el escenario y de su indudable calidad artística, Sara Baras ofreció a su público su versión más sincera y amable. La cara más humana de una artista, la de la bailaora que se entrega a sus seguidores y que no dudó en bajar del escenario antes de terminar con el fin de fiesta para mostrar sus respetos a otro de los grandes de este arte que ha dado Córdoba al mundo, el maestro Antonio Mondéjar. Un abrazo entre dos genios del baile de los que se dan con el corazón en la mano que embargó de emoción un teatro rendido ya a los pies de ‘La Pepa’.
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