14 de Julio. Año 4 Después de Paco de Lucía. Teatro Axerquía. Concierto de Vicente Amigo. El cordobés irrumpe en el escenario, abraza su guitarra mirando al cielo y suenan los acordes de una taranta. Cuatro años después de que la muerte de Paco de Lucía dejara huérfano al mundo del flamenco, la guitarra flamenca ha vuelto a encontrar a su nuevo mesías. Fue en el mejor escenario posible, en el concierto de clausura del Festival de la Guitarra de Córdoba. Allí donde ocho años antes el maestro de Algeciras actuaba por última vez en Córdoba.
Vicente Amigo se reivindicó la noche del pasado sábado una vez más como uno de los grandes nombres de la historia de la guitarra flamenca. Sin duda el mejor y más importante de esta nueva era Después de Paco. Esta vez lo hizo en la presentación de su último trabajo ‘Memoria de los Sentidos’, un álbum en el que vuelve a tejer los mimbres del flamenco con su personalísima amalgama de sonidos y formas musicales. Primero solo en el escenario, recorriendo una década de trayectoria musical con un toque que arrancó con la taranta Callejón de la Luna y cerró con la soleá Mezquita. Y luego acompañado por el resto del grupo en una brillante actuación que se extendió durante casi dos horas.
Tras un primer momento de recogimiento en el que a más de uno ya nos había puesto el vello de punta, a Vicente Amigo le bastó interpretar Tangos del Arco Bajo para poner el teatro a sus pies. Así continuó una primera parte en la que recordó temas de sus últimos discos como Autorretrato, del álbum Paseo de Gracia con la colaboración de Enrique Morente, o Estación Primavera, una composición que incluye entre sus falsetas la melodía del reloj de la Plaza de la Corredera.
A esas alturas del concierto toda Córdoba sonaba a Vicente Amigo. La noche se inundó de evocadores acordes que salían de su sonanta mientras interpretaba un repertorio en el que nos dejó perlas de su último disco como Amoralí, Las Cuatro Lunas, La Fragua o Guadamecí y otras joyas de anteriores trabajos como Bolero del Amigo o Bolero de los Padres, que quiso dedicar a su madre.
El baile por bulerías de El Choro y el cante de Rafael de Utrera, inconmensurable durante toda la noche, nos acercaron al punto y final de la noche. Una despedida que llegó, como no podía ser de otra manera, homenajeando al guitarrista que le maravilló de niño, al más grande de todos los tiempos, al padre y dios todopoderoso de la guitarra flamenca moderna. Y así, con los acordes de Réquiem en recuerdo a Paco de Lucía, Vicente Amigo dijo adiós rindiendo pleitesía al gran maestro. Asumiendo su designio, que no es otro que el de ocupar el trono de la guitarra flamenca.