Segunda velada de la programación paralela del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba – celebrada en el Gran Teatro pocas horas después de que la organización diera a conocer los doce finalistas que optarán a premio en las tres categorías a concurso-, donde nuevamente asistimos a un espectáculo con el foco puesto en el Concurso de Cante Jondo que intelectuales como Federico García Lorca, Manuel de Falla e Ignacio Zuloaga impulsaron en Granada en el año 1922.
En esta ocasión con la compañía del bailaor gaditano Marco Flores como protagonista, que se reencontró con el público cordobés que asistió a la cita en el mismo escenario donde hace ya más de diez años estrenó su primera obra en solitario. Público escaso -menos de media entrada-, pero bien avenido y volcado desde el primer momento con el artista, al que llevó en volandas junto al resto del elenco en la interpretación de una obra con una marcada influencia lorquiana y una puesta en escena austera.
Desde el inicio, con el tarareo del Anda Jaleo que da pie a los tangos, la obra discurre con continuos guiños a la obra de Lorca y a algunos de los protagonistas que de uno u otro modo tomaron parte en el célebre concurso de Granada. Es el caso de la letra de la canción ‘Arbolé, Arbolé’, de Federico García Lorca, la granaína con la que el cantaor Jesús Méndez recuerda a Manuel Torre o la mención a Niño Caracol que aparece en la libre recreación que el elenco de cantaores y el propio Flores realizan del fallo del jurado del concurso.
Un elenco artístico en el que brillaron con luz propia el jerezano Jesús Méndez, como artista invitado, y dos bailaoras, Claudia Cruz y Marina Heredia, que personifican durante toda la obra el baile flamenco más puro – o jondo, en este caso- en contraposición con la libertad de movimientos y heterodoxia creativa de Marco Flores. Especialmente emocionantes resultaron la seguiriya interpretada por Claudia Cruz, hipnótica en sus braceos y racial en los zapateados, y la soleá por bulerías del bailaor gaditano, que en esta ocasión se despachó a gusto con unas maneras flamenquísimas.
Hubo tiempo también para unas cantiñas que las dos bailaoras interpretaron en paso a dos con bata de cola, un cante por soleares de Méndez con la guitarra del joven y talentoso Ángel Flores, y bailes por verdiales y caña.
Como recurso narrativo, Marcos Flores se apoya en voces, audios y videoproyecciones con las que logra evocar personajes e incluso acontecimientos históricos coetáneos a la celebración del famoso Concurso de Granada. Algunos ejemplos son las imágenes de la Guerra del Rif, las grabaciones y alusiones al rey Alfonso XIII o el himno de la Legión Española, todos ellos efectos con los que el bailaor trata de contextualizar históricamente el evento cultural que tuvo lugar en Granada.
Como no podía ser de otra manera, hubo fiesta por bulerías para terminar una obra que Marco Flores culminó volviendo al punto de partida suscribiendo las palabras de Lorca: “Me parece absurdo que el arte pueda desligarse de la vida social, cuando no es otra cosa que la interpretación de una fase de la vida por parte de un temperamento sensible”.