cordobaflamenca.com Guía de Flamenco de Córdoba. Experiencias Flamencas, agenda de conciertos, espectáculos y noticias
En este espectáculo, Belén Maya nos convida a un viaje que atraviesa sus pasajes más íntimos, guiados a través de sus vacíos, pero también por sus parajes más luminosos y sobresalientes. En “Los invitados” lo personal y lo artístico recorren el mismo cauce con lograda armonía, en un afortunado ejercicio de teatralización que abre una ventana a la intimidad de la bailaora.
Un coro de voces entona aires fúnebres como inicio de la obra, que se entretendrá en la visión fantasmal de los ausentes mediante un juego de sillas vacías. Belén Maya trastea con los asientos por la escena, los agita, les busca el truco. La mujer, la hija, se siente abatida y se rinde. Una vez asumida la pena se puede bailar, así que llega el primer invitado, José Anillo, cuyas bulerías arromanzás causan un efecto primaveral en Belén, que baila despreocupada, sencilla y jovialmente.
Su baile es un dechado de carisma y variedad. Sin un físico imponente, Maya desvela la poderosa capacidad de los recursos propios al baile femenino: unas caderas sugerentes, unas manos fugaces que pueden redondearse en el giro o acusar rígidamente y un manejo naturalizado de la bata de cola justificaban la presencia de numerosas estudiantes de baile entre el público, que en esta ocasión era mayoritariamente extranjero.
Cada uno de los cantaores invitados tiene un momento en solitario, que evidencia la carga emocional de su cante para la bailarina. Las malagueñas de Anillo con la guitarra de Rafael Rodríguez (Sevilla misma) acumularon todo el sabor gaditano del estilo del Mellizo.
La base musical de la obra la sostienen Javier Patino -compositor de la misma- a la guitarra y Gema Caballero al cante. La cantaora granadina es uno de los hallazgos del espectáculo. De su cante podemos decir que es sobre todo elegante, nítido, firme y conocedor. En los caracoles que bailó Manuel Liñán con bata de cola y mantón (ya quisieran muchas) dejó un monumento de oficio cantaor, además de una ilusionante represa de la escuela de Don Antonio Chacón. Continuando por cantiñas Belén y Liñán desarrollan un juego de intenciones bajo los márgenes de la escuela sevillana, que ampara la ambigüedad del momento.
Tomás de Perrate, con su recio metal, acentúa los recuerdos, primero con unas bulerías en solitario y luego con un simpático camelo jazzístico, en los que Belén baila con el fantasma que la acecha en buena parte de la obra, encarnado por Javier Centeno, en un momento liberador por su bien dosificado sentido del humor.
Finalmente, y en gran contraste, la presencia de José Valencia invoca los momentos más rotundos. Su seguiriya bien vale otro Giraldillo. Potencia, temple y mando hasta la cabal, que Rodríguez cimentó con tintes ricardistas. En el baile por soleá Belén Maya acude al encuentro de esa voz tan poderosa y choca con ella, se deja arrastrar y, por último, tras la visión de la madre, se cobija en su baile, como subraya su gesto de envolverse en la bata de cola. En estas casi dos horas Belén Maya nos ha franqueado, sin artificios ni imposturas, una mirada a su interior, donde la encontramos no ensimismada ni oscura, si no vital y generosa. Como prometía el programa de mano, los verdaderos invitados somos nosotros.
‘Los invitados’. Teatro Central. Baile: Belén Maya. Artista invitado: Manuel Liñán. Cante: Gema Caballero, José Anillo, Tomás de Perrate, José Valencia. Guitarra: Javier Patino y Rafael Rodríguez. Palmas: Laura González y Vanesa Montero. Actor: Javier Centeno. Colaboración especial: Coro Polifónico Ars Nova, de la Escuela de Música y Danza de Espartinas.
