Todo ha coincidido. El virus de gripe que incubo, la muerte de Paco de Lucía, los días que quieren ser primavera… Entonces una va y tiene que escribir del estreno de ‘Flamenco Hoy’, el primer espectáculo ‘en vivo’ que dirige el cineasta Carlos Saura y que fue presentado el martes en el Teatro Maestranza de Sevilla. Una gran producción con las mayúsculas que se quiera y con una ficha artística y técnica de esas que dejan casi sin autoridad moral para objetar. Y claro, cuesta empezar.
Por un lado, porque honestamente ‘Flamenco Hoy’ es un trabajo de extrema rigurosidad que desvela una encomiable labor investigadora de los cordobeses Rafael Estévez y Valeriano Paños. Con unas coreografías que recorren la historia de la danza española en toda su amplitud y que revisan las viejas estructuras del flamenco y sus futuras posibilidades. Un trabajo sesudo, digno, de enorme excelencia técnica. Una obra con un concepto artístico inteligente. Una tesis doctoral que busca sacar conclusiones. Un programa en el que cada palo se convierte en una especie de unidad didáctica.
Por otro, todo ha coincidido. Una también tiene en mente las recientes declaraciones de Saura con eso de la India. Y comprueba, además, que esta obra que vende las tres dimensiones, no es más que una continuidad a lo que ya ha ido reflejando en cine. Es decir, una concatenación de estudiadas piezas que tratan de captar en pocos minutos lo que los amantes de este arte sabemos que no se consigue ni en toda una vida. La emoción que se busca con luz cenital. El flamenco fílmico que ahonda en el primerísimo primer plano, pero al que se le escapa el dolor de las entrañas.
Lo sé. Hay que reconocerle a Saura su contribución a la difusión de este arte y su sabiduría a la hora de rodearse de mentes privilegiadas en cada campo. Estévez y Paños, por ejemplo, son de los escasos casos de coreógrafos jóvenes que no sólo tienen ideas sino que tienen criterio. La recreación de las sevillanas corraleras de Lebrija, los fandangos de Boccherini o la zambra homenaje a Manolo Caracol bastan para entender que estos artistas son capaces de hacer un flamenco conceptual que cuenta y que enseña. Que sabe a nuevo, que es distinto y que, en ocasiones, rebosa genialidad.
El problema es que este ‘Flamenco Hoy’ se refugia el formato operístico y le sobra libreto, impostura. O será mi estado febril. O que la ausencia de Paco nos ha hecho cuestionarnos el objetivo final de este arte que él mismo detestaba y amaba a partes iguales.
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