En una casa se agradecen los balcones si dejan entrar la luz, respirar el aire de la calle y disfrutar de las vistas. De poco sirven, por contra, si a pocos metros nos ponen un muro. Precisamente la sensación que tuvimos con los ‘7 balcones’ a los que nos quiso asomar el bailaor Jesús Carmona en el espectáculo que este martes presentó en el Teatro Central, dentro del ciclo Flamenco viene del Sur.
El catalán, como hizo en la pasada Bienal con su ‘Cuna negra & cuna blanca’, volvió a demostrar sus enormes cualidades técnicas, la velocidad de sus pies y su bagaje como bailarín que ha lidiado en muchas plazas. Además, a diferencia de en su anterior propuesta, ha sabido prescindir de los recursos estilísticos simplones y ha mejorado en su concepto. El problema de Carmona es que sigue manteniendo un baile impostado, de figuras estudiadas, en el que no cabe la distensión. Por eso, da igual que sus ventanas miren a su tierra natal que a Murcia, Huelva, Triana, Córdoba, Madrid o Cádiz, porque uno encuentra lo mismo. Un paisaje de postal que no nos permite impregnarnos de la idiosincrasia de ninguno de estos lugares.
Al bailaor le falta relajarse y olvidarse del espejo y del aplauso. Porque en esto del flamenco el público puede ponerse en pie y valorar tu esfuerzo pero olvidarte a la salida si en ese ‘entre medias’ que es la obra no le has sacado un ole o le has pegado un pellizco.
Es decir, lo que hizo Jesús fue más que correcto, la idea es entretenida, tuvo momentos destacables como los fandangos de Huelva y otros de cierta originalidad, como el inicio por rumbas catalanas o el homenaje al chotis madrileño.
Pero a estos balcones les faltan macetas de geranios y clavellinas y unos visillos que se muevan con el fresco. Menos mal que ahí estuvo Vanesa Coloma que en su papel de palmera acabó siendo la que le dio sentido al conjunto con su actitud en escena, su desparpajo y su gracia. Ejerció, sin duda, el papel de la madre que te avisa por la mañana para que abras la ventana y se te ventile el cuarto. Puede que algunos la encuentren excesiva. Yo agradecí que removiera el ambiente cargado.
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