Texto: Fco. Martínez. FOTOGALERÍA
El IV Festival Flamenco de Córdoba organizado por la Peña Flamenca Rincón del Cante y el Ayuntamiento de Córdoba recuperó el espacio urbano en el que nació, la Plaza de la Corredera, enclave que le confiere a cualquier actividad cultural un especial reclamo. Así sucedió el pasado sábado 12 ante esta convocatoria flamenca que atrajo a un numeroso público que estuvo atento y entregado a los artistas que intervinieron.
Desde la madurez y experiencia artística, Rafael del Pino “Keko”, acompañado certeramente por su grupo, supo cómo acaparar la atención del público, suscitando un hermoso idilio flamenco con éste. Al margen de los aspectos técnicos desarrollados con espectacularidad, el artista cordobés mantuvo en todo momento la tensión expresiva que se demanda, desde los primeros compases por soleá hasta la vivacidad de la bulería. Expuso con talento parte de su personal repertorio de poses y movimientos, en lúcida armonía, dominando el espacio y dosificando los tiempos, siempre con la estilizada figura que le distinguen como bailaor.
El cantaor más esperado de la noche fue Arcángel, a quien le correspondió la última salida. Y como era de esperar no defraudó a nadie en una actuación en la que estuvo acompañado por el guitarrista Miguel Ángel Cortés y el percusionista Antonio Coronel. Sensibilidad e inteligencia artística, naturalidad y exquisitez en cada uno de los palos brindados, desde la soleá inicial hasta los fandangos de Huelva finales. Todo su repertorio fluyó desde el conocimiento exhaustivo y la implicación anímica, dicotomía que no siempre da el resultado deseado, pero en el caso de Arcángel se transforma en una ligazón innata que posibilita que su cante adquiera un personal cromatismo, independientemente de referencias y escuelas, que él asimila, metamorfosea y proyecta con éxito, como volvió a poner en práctica y a mostrar en la Plaza de la Corredera.
Sorprendió a bastantes el nuevo repertorio de Luis Heredia ‘El Polaco’, cantaor con bastante predicamento entre los aficionados cordobeses. La incorporación del piano para reforzar el argumento musical de sus cantes es algo reciente; Manuel Herrera a la guitarra y Laura de los Ángeles al teclado fueron la base para que el artista granadino cantase la popular zambra caracolera “Carcelero, carcelero”, continuando por alegrías, tangos y el sentido homenaje a Morente con el perenne tema de “Estrella”. El Polaco mantuvo la regularidad profesional que le caracteriza, sin descuidar matices en los estilos interpretados, seguro de voz y disposición siempre de agradar. Hubo quienes echaron en falta otros cantes que le son habituales.
Un cante por soleá le sirvió a Montse Cortés para ir caldeando su voz. Había ganas de escuchar a la cantaora barcelonesa, quien tras el inicio enmarcó su actuación dentro del espacio musical/flamenco donde se encuentra a gusto, el de los tangos-rumba, tangos y jaleos; síntesis de su ser artístico. En este sentido mostró su perfil de gitana que está en la dinámica del flamenco festero que marca la tradición y el más actual, el de autor. Se hizo acompañar a la guitarra por Eduardo Cortés y ‘El Panki’, estando arropada, entre otros, por Lin, Nani y Raúl Núñez. Hizo gala Montse Cortés de su voz sugestiva, de un granulado que quiebra en el momento adecuado, sin romperse, firme y flexible a la par.
La jornada flamenca contó también con la presencia Mercedes Garrote, que acompañada a la guitarra por Rafael Trenas mantuvo la discreción necesaria para acometer su repertorio sin trabas. Siendo la encargada de abrir el turno del cante, la cantaora cordobesa se valió de la oportunidad dada para mostrar sin prejuicios su sentir flamenco.
El fin de fiesta, con todos en el escenario, supo a poco, solo la intervención de Mercedes Garrote para las improvisadas “pataítas” de ‘El Polaco’ y el cante de Arcángel para el resuelto baile de ‘Keko’. El reloj de la Plaza de la Corredera, a la espalda del escenario y en la fallada del edificio del actual mercado Sánchez Peña, marcaba las 1.30 de la madrugada. El IV Festival Flamenco de Córdoba había concluido y todo el mundo satisfecho de lo escuchado y visto en una calurosa noche cordobesa.