Si algo ha quedado claro a lo largo de la programación paralela del XX Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba es la potencialidad y abanico de posibilidades que atesora el lenguaje flamenco a la hora de abordar historias.
El estreno mundial de Fatum!, el último montaje de Kojima & Latorre Ballet Flamenco, dio el pasado viernes una nueva muestra de ello. Y lo hizo empleando elementos expresivos a priori tan dispares como la ópera, el ballet y el flamenco en un espectáculo para el que se colgó el cartel de no hay billetes en las taquillas del Gran Teatro.
El nuevo proyecto del coreógrafo Javier Latorre y del polifacético artista japonés Shoji Kojima aborda una revisión de la famosa ópera de Verdi ‘La forza del destino’ y de la aplaudida obra ‘La fuerza del destino’ que ya montara el bailarín valenciano con su compañía ‘Ziryab Danza’ hace más de veinte años. En esta ocasión, logrando ir más allá. Intercalando la ficción con la realidad y solapando la vida de Don Álvaro con la del bailarín que da vida al personaje, Christian Lozano, quien en el devenir de la trama termina compartiendo el malogrado sino del personaje que recreara el Duque de Rivas.
Savia e ideas nuevas para una obra en la que la carga dramática es una constante que encuentra un acomodo perfecto en la danza y la ópera durante el desarrollo de la tragedia romántica. Y también en el flamenco para narrar la intrahistoria que discurre paralela a la ficción. Excepcional el trabajo de los tres protagonistas, Christian Lozano, y los bailarines Sara Calero -Leonor- y Hugo López –Carlos-. Y especialmente notable el de éste último. El cordobés ofreció una lección de baile y versatilidad sobre las tablas haciéndose valer como primer bailarín del Ballet Flamenco de Andalucía. El discípulo de Latorre estuvo elegante y rompedor por tangos y dulce y saleroso en las alegrías que puso en escena junto a La Moneta, también exquisita en su intervención.Gran trabajo coreográfico con el cuerpo de baile a cargo del maestro Latorre, que también dejó sobre las tablas la marca de la casa en una soleá que cocinó a fuego lento con la sapiencia y distinción que siempre lo han caracterizado en el escenario. Lo mismo que el veterano Kojima, que a sus 74 años sigue demostrando unas sobrenaturales cualidades físicas. Por último, en lo que a la música se refiere, Chicuelo vuelve a reinventarse a sí mismo con una composición brillante y personalísima, en la que contó con la compañía de Melchora Ortega y Londro al cante. Con estos ingredientes, no es de extrañar que el respetable terminara rendido a un Fatum! al que le sobrevienen grandes augurios.
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