Cerca de 3.000 personas arroparon al guitarrista en el único concierto que ofrecerá en España junto a los músicos que han colaborado en la grabación de ‘Tierra’
Vicente Amigo es uno de esos pocos personajes que los cordobeses llevan por bandera. Podría decirse incluso que, más que profeta en su tierra, es un semidios dentro y fuera de ella. Un icono de la guitarra a nivel mundial y uno de los espejos en los que debe mirarse todo aquel que aspire a llegar a algo en la sonanta. La muestra de ello es que el sábado pasado su poder de convocatoria logró reunir a alrededor de 3.000 personas en La Axerquía. Una cifra que ya de por sí supone un rotundo éxito, pero más aún si se tiene en cuenta que las entradas oscilaban entre los 23 euros de la más barata y los 50 de la zona VIP.
Y es que, para muchos, ver a Vicente Amigo junto a músicos de la talla de Danny Cummings, Mike McGlodrick, John McCusker o Ewen Vernal -los que han colaborado en su nuevo disco- no tiene precio. Además, hacía dos años que el guitarrista no actuaba en Córdoba y podía palparse desde el primer momento en el abarrotado graderío la expectación por escuchar de nuevo a su ídolo en directo.
Esta vez el guitarrista llegaba con una nueva y diferente propuesta bajo el brazo, su último trabajo discográfico ‘Tierra’. Un álbum que está plagado de nuevas melodías, con un acentuada influencia céltica fruto de la producción musical del multiinstrumentista Guy Fletcher y con el inconfundible sello personal del guitarrista cordobés. Una impronta, la del toque ‘vicentero’, que ya forma parte de ese amplio catálogo de ‘flamenco de autor’ que atesora la historia de este arte.


En las más de dos horas que se prodigó sobre el escenario, hubo momentos mágicos como el inicio del tema ‘Canción de Laura’ -al que dio comienzo cantando él mismo a capella- o el de ‘Roma’, el primer single de su nuevo disco. Por instantes daba la sensación de que el guitarrista estaba en el salón de su casa, rodeado de sus amigos, en compañía de los que lo quieren y admiran. Y, en cierto modo, así fue. Porque, si algo se llevó Vicente Amigo de su paso por La Axerquía, fue el cariño de una ciudad que lo tiene en un pedestal y que, solo llegado el tercer bis, entendió que el concierto había alcanzado su fin.
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