Después de dieciocho ediciones, la gala flamenca del Cordobán Flamenco que organiza la Asociación de Artistas Flamencos se ha convertido en una de las piezas angulares del otoño flamenco en Córdoba. Una cita que en buena medida sirve para tomar el pulso al panorama flamenco cordobés, que en esta cita suele ser protagonista habitual del cartel en sus tres disciplinas: cante, baile y toque.
No obstante, precisamente este año la novedad del encuentro radicaba en la participación de un ‘foráneo’. Una de las viejas glorias del cante flamenco, el veterano cantaor José Menese, que junto a la guitarra de Antonio Carrión se antojaban como los principales reclamos de la cita.
El sevillano, con la garganta curtida en mil batallas, fue el encargado de cerrar una noche en la que dejó de manifiesto, por un lado, su maestría y jondura -fundamentalmente en los cantes por soleares y seguiriyas- y, por otra parte, la fragilidad de sus argumentos sobre las tablas. Algo lógico si se tiene en cuenta los 73 años que Menese lleva sobre sus espaldas, una trayectoria repleta de éxitos y reconocimientos que desde hace ya tiempo se encuentra en el ocaso de su carrera.
En el polo opuesto, la guitarra de Niño Seve, que fue el encargado de abrir la gala con un solo de guitarra por farruca. El cordobés, que desde que se hiciera con el Premio Nacional del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba atraviesa uno de sus mejores momentos artísticos, puso de manifiesto sus cualidades como concertista y como guitarra de acompañamiento al cante. Llevó en volandas a una de las jóvenes promesas del cante cordobés, Inma de la Vega, que evidenció sus cualidades por tonás, alegrías y tangos dando rienda suelta a una personalidad artística que se vislumbra ya madura y asentada. Y repitió acompañamiento junto a Churumbaque Hijo, que dejó las mejores pinceladas de la noche por cantiñas y una magistral tanda de fandangos abandolaos.
El baile corrió por cuenta de Ángel Reyes, otro de los jóvenes artistas de la tierra. Fuerza, flamencura y desparpajo sobre las tablas fueron los principales argumentos de un bailaor que continúa su progresión ascendente fruto del trabajo, la dedicación y la constancia. Una cuidada coreografía y un cuadro de primer nivel en el que contó con Alfredo Tejada y Alberto Romero, al cante; la guitarra de Jesús Majuelos; y las palmas y jaleos de Estefanía Cuevas; hicieron el resto en una velada en la que la savia nueva eclipsó a las viejas glorias.
Los reconocimientos de la noche fueron a parar al cantaor Luis de Córdoba, que recibió la insignia de oro de la Asociación de Artistas Flamencos, y a la Peña Flamenca Merengue de Córdoba, a la que este año se hizo acto de entrega del Cordobán Flamenco.
Galería fotográfica. Fotos: Miguel Valverde
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