Entrevista a Inmaculada Aguilar

INMACULADA AGUILAR: «El artista debe saber retirarse antes de caer en el ridículo»

Texto: Fco. Martínez.

Catedrática de Danza Española y referente en la enseñanza del baile a nivel internacional, la cordobesa Inmaculada Aguilar ejerce desde hace años su magisterio en el Conservatorio Profesional de Danza ‘Luis del Río’ de Córdoba. Garlardonada con el Premio Encarnación López ‘La Argentinita’ en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba de 1986 y profesora habitual en clases magistrales del Festival de la Guitarra de Córdoba y el Festival de Jerez, donde precisamente ha estado presente hace apenas unos días, Inmaculada Aguilar aúna en su haber experiencia artística y docente, un extenso poso de conocimientos sobre los que reflexiona en esta entrevista.

– ¿Han cambiado los métodos de enseñanza y los objetivos artísticos desde que comenzó a bailar?
-Con el paso del tiempo, la técnica para trabajar y el concepto del flamenco han ido cambiando y evolucionando. Lo que se mantiene hoy día es la esencia de la enseñanza, es decir, la base. Independientemente del nivel que se tenga, lo básico es enseñar la pautas que rigen el baile. Sin embargo, sí han variado los conceptos técnicos, la forma de plantear las coreografías y las influencias de otras danzas. Para mí esto implica un crecimiento, siempre y cuando no se ‘estropee’ el flamenco. Lo que los maestros anteriores nos aportaron y lo que nosotros estamos aportando seguirá su evolución natural con lo que el día de mañana puedan aportar mis alumnos. Y, en mi opinión, todo este proceso va a ser para bien del flamenco.

– ¿Qué grado de motivación encuentra entre los jóvenes que quieren aprender a bailar?
– El alumnado se comporta de forma distinta dependiendo del sitio en cuestión. Por ejemplo, en el Conservatorio, los estudios obligatorios sumados a los nuestros crean una incompatibilidad horaria grande a los alumnos, lo que a su vez hace que estén sometidos a una enorme presión debido a que tienen que ir al colegio y venir aquí muchas horas. Indudablemente si vienen a estas clases es por que aman esta profesión, pero he observado en líneas generales cierta apatía y falta de voluntad entre los alumnos. La situación en este sentido ha cambiado para mal. Antes había más necesidad y hambre de aprender. Sin embargo, el hecho de que hoy tengamos acceso a videos y a Internet, parcelas por otra parte interesantes y buenas, han permitido un ‘tenerlo todo a mano’ que nos ha perjudicado. No sé si es porque el alumno en general lo tiene todo muy fácil y se han perdido la ganas de aprender, pero la realidad es que no hay esa voluntad de antes.


«Todos los medios técnicos vienen a enriquecer en un momento determinado lo que quiera transmitir el artista e, indudablemente, en otros momentos pueden perjudicar «


– ¿Cree que la seducción por lo novedoso y la experimentación perjudican la noción tradicional del baile?
– Nuestros alumnos en este sentido están muy bien educados, ya que desde primera hora se les deja claro de dónde partimos y hacia dónde vamos. Son conscientes de que son el futuro, pero también de que el baile tiene una raíz que se debe aprender. En este sentido, hay trabajos de taller donde se experimentan cosas nuevas que ellos aportan, porque las puertas están abiertas para que vayan descubriendo nuevas cosas, pero sin olvidar la base desde donde partimos.

– ¿Se abusa de los recursos técnicos y teatrales en los espectáculos?
– Depende mucho del coreógrafo, escenógrafo y del director de escena que emplee esos recursos. Todos los medios técnicos vienen a enriquecer en un momento determinado el mensaje, el guión o lo que quiera expresar el artista e, indudablemente, en otros momentos pueden perjudicar. Desde que ‘La Argentina’ en su momento comenzara a crear decorados, como cuando montó «El amor brujo» de Falla, pienso que se ha contribuido a crear un ambiente propicio para el baile. Indudablemente todo el atrezo y escenografía hay que emplearla siempre y cuando exista un guión, un mensaje, una obra y un espectáculo que quiera decir algo. Si se va a bailar con el corte clásico de una soleá o una seguiriya, sobra todo lo demás.

 


«El flamenco es un cajón donde caben muchas cosas y cada cual es libre de escoger lo que más le guste y vaya mejor con su personalidad»


 

– ¿Vivimos una época de ambiguedad estética en el baile?
– Llevamos mucho tiempo con esa ambigüedad, pero creo que el flamenco al ser tan rico y existir tantísimos buenos artistas, cada uno coge el camino que considera el mejor. Sigo viendo mujeres que bailando son muy femeninas y chicos bailando muy masculinos, pero también hay chicos y chicas que utilizan ambos mundos. Siempre que se haga con respeto, sabiduría, preparación física y técnica, creo que no puede perjudicar nada. Cada cual tendrá sus gustos personales y se arrimará a un querer u otro. A mí no me importa que en un momento determinado un hombre mueva unas caderas, unas manos, que mire… porque el hombre también tiene su parte femenina y si en ese momento la saca no pasa nada, lo mismo en el caso de la mujer. Por mis características, mi forma de ser y ver el baile soy una mujer muy femenina bailando pero no desecho lo que puede aportar a una mujer aspectos del baile masculino. El flamenco tiene esa virtud. Es un cajón donde caben muchas cosas y cada cual es libre de escoger lo que le guste más y vaya mejor con su personalidad.

– ¿Hay una fecha tope para dejar de bailar?
– Debe haberla. El baile es algo físico y el escenario conlleva una estética que no te permite presentarte ante un público al cumplir determinados años. Yo respeto a todos los hombres y mujeres profesionales del baile flamenco que tienen una edad y siguen en los escenarios. Considero que hay una edad tope, que a veces la pone uno mismo y otras el propio público. Preferentemente es mejor que ese momento de retirada lo ponga uno mismo, aunque veas que estás bien y puedas seguir respondiendo. Considero que en un momento dado el artista debe saber retirarse antes de caer en el ridículo porque hay distintas etapas en la vida y no nos tenemos que engañar. La vida sigue  y hay que dejar paso a la gente joven que puede ofrecer otras cosas. Los más maduros nos dedicamos a otras cosas también, seguimos enseñando y participando de actividades como conferencias, clases magistrales, exposiciones… En un momento determinado, puedes hacer una intervención en un espectáculo, montar coreografías… También sé que el artista cuando se retira del escenario es muy duro, porque el escenario engancha e indudablemente cuando te bajas de él lo pasas mal y tienes como ‘mono’.

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