Concierto de María Peláe en la Noche Blanca del Flamenco de Córdoba 2023. Foto: M. Valverde.

Noche de jarana al calor del flamenco

  • Miles de personas vuelven a abarrotar las calles y plazas del centro de la ciudad en una nueva edición de la Noche Blanca del Flamenco, donde María Peláe, Kiki Morente y el grupo granadino La Plazuela acapararon el protagonismo

Ni el calor sofocante ni la amenaza de tormenta eléctrica amedrentaron a quienes a primera hora de la tarde y bajo un sol de justicia ya esperaban a que el bailaor Farruquito hiciera acto de aparición en el escenario. Es lo que tiene conseguir asiento en la primera fila del escenario de Las Tendillas en la Noche Blanca del Flamenco. Hay que ganárselo con paciencia y a golpe de abanico. 

Espectáculo de Farruquito en Las Tendillas. Foto: M. Valverde.

Y es que cordobeses y visitantes del resto de Andalucía volvieron a poner patas arriba una ciudad que este año ofrecía la posibilidad de disfrutar del flamenco y otros sucedáneos musicales en cualquiera de los trece escenarios que había repartidos por sus calles y plazas. Una variada oferta apta para gourmets de lo jondo y para quienes se les atragantan los quejíos que inauguró una de las máximas figuras del baile flamenco, el sevillano Juan Manuel Montoya ‘Farruquito’, apareciendo en el escenario de Las Tendillas al compás de soleares.

Para él fueron los primeros oles de la noche del público que llenaba la plaza, que pudo disfrutar de la templanza y sobriedad del baile de esta estirpe de artistas y de la electricidad de un zapateao que es santo y seña de este bailaor. 

Apenas metido en faena el patriarca de los Farrucos, el ambiente se caldeaba aún más cuando daban comienzo en los barrios de La Fuensanta, Figueroa y Sector Sur las actuaciones de El Pele, Sandra Carrasco y David de Arahal y el grupo Féminas. Un solapamiento de conciertos que, desde hace unos años, con el fin de dispersar la marabunta y evitar aglomeraciones en la zona del casco histórico, la organización lleva a efecto obligando a elegir entre unos y otros artistas a quienes deambulamos por las calles esta noche. 

Mayte Marín y José Gálvez, en Plaza San Agustín. Foto: M. Valverde.

Fue entonces cuando se nos planteaba el primer dilema de la noche: Patio de los Naranjos, con la joven cantaora Reyes Carrasco, o Plaza de San Agustín y la veterana Mayte Martín. En esta ocasión, optamos por dirigirnos a la plaza de cabales por antonomasia de la Noche Blanca, la de San Agustín, donde a la medianoche subía a las tablas la cantaora catalana junto a la guitarra del jerezano José Gálvez. Su temple por malagueñas fue toda una declaración de intenciones de lo que estaba por venir. Un recital de cante por derecho, a la antigua usanza, en una plaza donde jóvenes y mayores vibraron con las melismas de esta funambulista de lo jondo. El primer plato lo remató la cantaora con una tanda de fandangos abandolaos y continuó su repertorio con un segundo por soleares. De postre, nos despedimos con los sonidos oscuros de unas seguiriyas con las que pusimos rumbo al vecino barrio de Santa Marina. 

Concierto de Josemi Carmona. Foto: M. Valverde.

En la Plaza de Conde de Priego, cientos de personas aguardaban ya la actuación de Josemi Carmona prevista a la una de la madrugada. Puntual a su cita, el guitarrista apareció solo en el escenario para arrancar su concierto con una personalísima granaína, con la que dio muestras de un amplio recetario de sonidos y fusión musical a la que paulatinamente se fueron sumando el resto de músicos del grupo. A esa misma hora, en el entorno de La Calahorra, nos quedamos sin poder disfrutar del baile de Lucía Álvarez ‘La Piñona’, otra de las figuras jondas de la programación de este año. 

Sergio de Lope, la cantaora Ángeles Toledano y las cantantes Mor Karbasi y Abir El Abed. Foto: Miguel Valverde

En el Cine Fuenseca, escenario que repetía en la programación tras su inauguración como enclave en la pasada edición, pudimos asistir al maridaje cultural y musical del flautista prieguense Sergio de Lope, la cantaora Ángeles Toledano y las cantantes Mor Karbasi y Abir El Abed. Un espectáculo patrocinado por Casa Árabe con la música tradicional andalusí y el flamenco como telón de fondo que consiguió reponerse a los problemas de sonido que se sucedieron en las singulares alegrías con las que arrancó el concierto. 

Concierto de María Peláe en la Noche Blanca del Flamenco. Foto: M. Valverde.

Cerca de las dos de la madrugada, las callejuelas que llevan de la Fuente de la Fuenseca a La Corredera eran un reguero de gente que conducía a los más rezagados a una de las grandes citas de la noche. Allí les esperaba un escenario mastodóntico – más elevado que ediciones anteriores- para que las miles de personas que aclamaban a la artista malagueña a las dos de la mañana no perdieran de vista ningún detalle de la actuación desde ningún punto de la plaza. Con la plaza a rebosar empezó la jarana de María Peláe, que irrumpió en el escenario con su tema con su éxito ‘Mi tío Juan’. Un frenesí inicial que, sin embargo, fue cortocircuitado por un apagón del sistema eléctrico que dejó sin sonido y luces el escenario y del que la cantante no tuvo más remedio que salir del paso con humor. 

Alfonso Aroca, en Compás de San Francisco. Foto: Toni Blanco.

Y mientras la Peláe alborotaba – aún más si cabe-  La Corredera y sus aledaños, nos preparábamos para afrontar la recta final de la noche. Primero con una parada en el Compás de San Francisco, donde pudimos disfrutar de uno de los mejores momentos de la noche con el pianista cordobés Alfonso Aroca. Primero por la calidad de la propuesta artística y musical, con una magistral interpretación de este virtuoso músico y su grupo, destacando por encima de todos el cante de El Mati. Y, segundo, porque fue la única producción de pequeño formato en la que el ruido del gentío no se comió la música. 

Concierto de Kiki Morente. Foto: Miguel Valverde

Por contra, la antítesis la vivimos a escasos metros de allí, donde los accesos a la Plaza del Potro estaban colapsados minutos antes del comienzo del concierto de Kiki Morente. El hijo del maestro del Albayzín apareció ante su público como lo solía hacer su padre, con un coro de voces y ayeos a compás de seguiriyas. Una performance heredada a la que sumó también los tangos morentianos con los que continuaba su actuación. 

La Plazuela, en los Jardines del Alcázar. Foto: Toni Blanco.


Llegadas las cinco de la mañana, el fin de fiesta lo pusieron los chavales de La Plazuela, que consiguieron cubrir el aforo de los Jardines del Alcázar con su Roneo Funk Club. De su parte corrió la nota más desenfadada de la noche, con una profusión de sonidos, bases electrónicas y letras cargadas de originalidad que hicieron vibrar a la fiel legión de seguidores que en los últimos años ha aglutinado este grupo granadino. Un punto y final cargado de energía con el que Córdoba nuevamente finiquitó la decimocuarta edición de la fiesta flamenca más grande del mundo.

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