Sarayma, en la Plaza de la Corredera de Córdoba. Foto: M. Valverde.
Sarayma, en la Plaza de la Corredera de Córdoba. Foto: M. Valverde.

Rosalía brilla, pero no eclipsa lo jondo

La Noche Blanca de Rosalía. La que muchos agoreros vaticinaban como un estrepitoso fracaso en todo lo que fuera más allá del fenómeno fan de la Plaza de Toros y el Teatro de la Axerquia, resultó ser una de las ediciones más multitudinarias de los últimos años.

La artista catalana, que ya había puesto patas arriba el Coso de los Califas antes de aterrizar en Córdoba, no logró eclipsar las actuaciones del elenco de artistas que este año daban forma a un cartel de rúbrica exclusivamente femenina.

Vista panorámica de la Plaza de las Tendillas durante la acutación del Ballet Flamenco de Andalucía. Foto: M. Valverde.
Vista panorámica de la Plaza de las Tendillas durante la acutación del Ballet Flamenco de Andalucía. Foto: M. Valverde.

Desde las calles de la Fuensanta hasta el barrio de San Basilio pasando por San Agustín, el Compás de San Francisco, la Torre de la Calahorra, el Patio de los Naranjos y la Plaza de la Corredera, los ecos flamencos inundaron la ciudad califal en una nueva noche de jondura en la que hubo cante, baile, guitarra, e incluso piano flamenco, para todos los gustos.

El baile, protagonista de la noche
El Ballet Flamenco de Andalucía abrió la duodécima edición con el estreno de su espectáculo ‘Naturalmente Flamenco’ ante una Plaza de las Tendillas que lucía ya abarrotada a las diez de la noche. Vibrante desde el inicio, la compañía andaluza fue desgranando su repertorio coreográfico partiendo de un romance que terminó transformado en bulería y jaleos.

Ballet Flamenco de Andalucía en la Noche Blanca del Flamenco. Foto: M. Valverde.
Ballet Flamenco de Andalucía en la Noche Blanca del Flamenco. Foto: M. Valverde.

Tras los primeros compases de la apertura, fue el momento de disfrutar de la hipnótica plasticidad de la primera bailaora cordobesa en subir a las tablas, la montillana Úrsula López, solista del espectáculo y responsable junto a Rubén Olmo de gran parte de las coreografías que la compañía andaluza puso en escena durante la hora que duró el espectáculo.

A esa misma hora, en el Patio de San Basilio ya no cabía un alma. Allí otras dos artistas de la tierra, Lola Pérez y Mercedes de Córdoba, ambas galardonadas en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, dejaban algunos de los momentos más emocionantes de la noche en otro de los escenarios más populares de la programación.

La bailaora Lola Pérez en uno de los momentos de su actuación en el Patio de San Basiliio. Foto: Elena de la Cuesta.
La bailaora Lola Pérez en uno de los momentos de su actuación en el Patio de San Basiliio. Foto: Elena de la Cuesta.

El desarrollo simultáneo de conciertos obligaba antes de la medianoche a elegir entre escuchar a Remedios Amaya en la Plaza de la Juventud, disfrutar de la magia del baile de Patricia Guerrero en el entorno del Puente Romano o sumergirse en el hermanamiento entre guitarra clásica y flamenca que proponía el Dúo del Mar, compuesto por la componente de Las Migas, Marta Robles, y la guitarrista Ekaterina Záytseva.

Una difícil elección que los espectadores se han visto obligados a tomar en las últimas ediciones dado el solapamiento de espectáculos, lo que a su vez ha supuesto una sustancial mejora de la accesibilidad a los recintos, la seguridad en las calles y un mejor disfrute de las actuaciones.

El fenómeno ‘rosalieber’
A las 00:05, Rosalía ya había puesto patas arriba la plaza de toros. Con una producción digna de los Kiss – solo faltaban los fuegos artificiales y el trapecio – la artista catalana fue presentando uno a uno los temas que la han catapultado como una de las figuras más mediáticas del panorama musical internacional.

Rosalía, en uno de los momentos de su actuación en la Plaza de Toros de Córdoba. Foto: M. Valverde.
Rosalía, en uno de los momentos de su actuación en la Plaza de Toros de Córdoba. Foto: M. Valverde.

Junto a su cuerpo de baile y embutida en un impoluto mono blanco, abrió el concierto con ‘Pienso en tu mirá’ y fue recorriendo los temas de su disco ‘El Mal Querer’ mientras se detenía haciendo escala en otros como ‘Catalina’, del álbum Los Ángeles, o versiones del clásico de Las Grecas ‘Te estoy amando locamente’.

Rosalía, que no necesita abrir la boca para tener a sus pies a la trupe de rosaliebers, se mostró visiblemente emocionada a través de las tres pantallas con las que el gigantesco escenario de plataformas presidía el ruedo y reconoció que “actuar en Córdoba es un sueño” deshaciéndose en elogios hacia la tierra en la que “están los artistas que más admiro”, dijo al referirse a Andalucía.

La Macanita en uno de los momentos de su actuación en la Plaza de San Agustín. Foto: M. Valverde.
La Macanita en uno de los momentos de su actuación en la Plaza de San Agustín. Foto: M. Valverde.

De la Jondura al pop aflamencado
Y mientras los miles de fans de Rosalía se desgañitaban en la Plaza de Toros, el cante jondo brotaba de las gargantas de María La Terremoto y La Macanita en la Plaza de San Agustín. El espacio que las últimas ediciones ha acogido las propuestas con más enjundia de la programación volvió a reunir a cientos de personas para disfrutar del mano a mano que ofrecieron dos de las voces más femeninas y flamencas de Jerez. Allí se vivieron algunos de los momentos de más pureza de la noche, como el cante por soleá que dejó para el recuerdo La Macana con la guitarra de Manuel Valencia.

Actuación de la pianista Rosario Montoya en el Compás de San Francisco. Foto: Elena de la Cuesta.
Actuación de la pianista Rosario Montoya en el Compás de San Francisco. Foto: Elena de la Cuesta.

Se acercaba el momento de afrontar la recta final de la noche y a las dos de la madrugada la fiesta se concentraba en la Plaza de la Corredera, muy cerca de donde la jerezana Rosario Montoya y el grupo Mujeres Mediterráneas hacían las delicias del público con un espectáculo en el que el protagonista fue el piano flamenco y el hermanamiento de la música árabe y el flamenco.

Pero fue la artista algecireña Sarayma quien congregó a miles de seguidores en el escenario de La Corredera, donde vibraron con su pegadizos temas de pop aflamencado como ‘Andalucía’ o ‘Quiero ser’. De orígenes flamencos, la cantante quiso sentarse en la silla de enea y, con el acompañamiento a la guitarra del jerezano Diego del Morao, arrancó a cantar por derecho entonando por soleá.

Esperanza Fernández, en la Plaza del Potro. Foto: M. Valverde
Esperanza Fernández, en la Plaza del Potro. Foto: M. Valverde

Una jondura de la que también disfrutaron quienes llenaron la Plaza del Potro, donde la cantaora Esperanza Fernández brindó a los aficionados algunos de los momentos más brillantes de toda la noche. Con una propuesta sobria y el excepcional acompañamiento del guitarrista Miguel Ángel Cortés, la artista sevillana fue presentando un repertorio repleto de cantes clásicos que tuvieron algunos de los momentos más álgidos por soleá.

Rosario 'La Tremendita', en el fin de fiesta de la Noche Blanca del Flamenco 2019. Foto: M. Valverde.
Rosario ‘La Tremendita’, en el fin de fiesta de la Noche Blanca del Flamenco 2019. Foto: M. Valverde.

El fin de fiesta a más de siete horas de arte flamenco en las calles lo puso la trianera Rosario ‘La Tremendita’. Un punto y final que este año tuvo como principal novedad su ubicación en los jardines del Alcázar, donde la personal manera de entender el cante de esta artista sirvió de colofón a una de las ediciones de la Noche Blanca del Flamenco más discutidas y mediáticas de los últimos años.

FOTOGALERÍA NOCHE BLANCA DEL FLAMENCO 2019. Fotos: M. Valverde, Toni Blanco, Elena de la Cuesta. 

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