Sea porque en la ciudad cuando huele a azahar y suenan de lejos los ensayos de las marchas procesionales cuesta convencer al público para que acuda un teatro. Sea porque la propuesta proponía la unión en el mismo día de dos protagonistas flamencos completamente distintos o sea porque ninguno de ellos son especialmente conocidos en Sevilla, el caso es que el martes el aforo del Teatro Central apenas llegó a su tercera parte.
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El ciclo ‘Flamenco viene del Sur’ apostó en esta ocasión por programar a la pianista madrileña, Ariadna Castellanos, y al cantaor cordobés Churumbaque Hijo, ambos con discos recientes bajo el brazo.
Castellanos se presentó en Sevilla por primera vez con su ‘Flamenco en Black&White’ avalado por una discográfica de las grandes y con producción de Javier Limón, la gallina de los huevos de oro. La joven compositora quiso dejar patente su afición flamenca acordándose por tarantas de Morente y por alegrías del gran Paco de Lucía pero en el marco de una propuesta marcada por la espectacularidad de su vestido rojo de espalda descubierta y por sus influencias jazzísticas. Es decir, por momentos brillaron más sus músicos, con Ané Carrasco en la percusión y Juan Miguel Guzmán al contrabajo, que su propio instrumento.
Igualmente, el cantaor jerezano Jesús Méndez pareció no verse cómodo en el compás marcado para el cante por zambras y bulerías en los que la acompañó. Resultando el conjunto algo musicalmente correcto pero emocionalmente frío.Churumbaque, por su parte, salió tras el descanso y arrancó el primer ole al respetable en un arranque de cante de trilla y tonás en el que mostró su avalada trayectoria como voz jonda, rotunda, cargada de conocimiento y con muchos festivales a sus espaldas. El cordobés, además, supo acompañarse de la maestría de un impecable Niño de Pura a la guitarra que lo fue dirigiendo en cada uno de los palos.
El cantaor demostró también por soleá y abandolaos su versatilidad y su capacidad para adaptarse a los distintos estilos y dominar los registros. Igual que por cantiñas puso el punto sobre las íes en lo que a flamencura se refiere. Los tangos ‘La tierra del califato’, que dan título a su nuevo álbum, se perdieron sin embargo en un repetitivo estribillo camaronero con unos coros de voces que rozaban lo estridente. Definitivamente, y a pesar de lo comercial del tema, no es éste el Churumbaque que más gusta. Tendría que haber acabado como empezó.
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