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A las palabras hay que arrancarles la piel, decía Saramago. Es evidente que el Premio Nobel nunca le dio tregua a la tibieza. Creía firmemente en sus causas, aunque se pasara la vida resolviendo dudas. Todo puede esconderse en el silencio más hondo de esta pausa, que escribió en Intimidad. Por eso su poesía es luminosa y serena. Sencilla pero valiente. Igual que la propuesta que la cantaora Esperanza Fernández presentó el martes en el Teatro Lope de Vega de Sevilla.
La trianera ya sabía de la dificultad de ponerle voz a un poeta. Que no siempre resulta y no siempre emociona. Que al tratar de unir la más jonda de las músicas con la más pura de las expresiones literarias se corre riesgo de producir empacho. Por eso, ha trabajado tanto sobre el concepto y no ha querido dejarse llevar por la congoja.
‘Mi voz en tu palabra’ es, sobre todo, y al margen de debates ortodoxos, un producto de una enorme excelencia musical. Los versos de Saramago adquirieron anoche una nueva métrica, un nuevo sentido. Sonaban bonitos, sumaban belleza, tenían eco. Y no sólo por la rotunda y mecida voz de Esperanza Fernández, mucho más dulce que en otras ocasiones, sino por la sensibilidad de las melodías. ¡Benditas las manos de Dorantes!
La trianera, además, supo acompañarse de un elenco de músicos que cada uno por sí solos son capaces de sostener en concierto. Basta fijarse en las guitarras de Miguel Ángel Cortés y Eduardo Trassiera o el contrabajo –Francis Posé-. Y así, estuvo como pez en el agua. Segura de lo que tiene entre manos, disfrutando de cada composición.
Es cierto que no todos los temas tuvieron el mismo resultado y que, puestos a elegir, brilló mucho más con las malagueñas por abandolaos ‘Balada’, la bulería ‘Intimidad’ o el garrotín ‘A ti regreso mar’ que en otras canciones más libres, pero en todos ofreció limpieza y mostró que aparte de sus cualidades vocales tiene gusto y generosidad.
De hecho, no acabó el concierto con Saramago -como hacen otras cantaoras cuando traen este tipo de formatos- sino que regaló sus bulerías en el fin de fiesta y cerró con una magistral interpretación del himno a los gitanos, junto a Dorantes, que dio muestra de la altura artística de ambos.
Mención especial merece la colaboración de Pastora Galván que cada vez que salía al escenario lo impregnaba de luz con su frescura. Interpretando, sin pretenderlo, toda la literatura del escritor portugués. Fue genial ver cómo se dejaba llevar por la voz de Esperanza Fernández al cantarle A tu vera. En esa escena se resumía toda la poesía de Saramago. Su fuerza, su compromiso, su ironía, su sentido del humor.
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