Desenvolvimos el caramelo en ‘Los campanilleros’ para degustarlo con la petenera. En la guajira, nos comimos el relleno. Lo saboreamos en la Milonga del solitario. Y consumimos el último gramo de azúcar con el bis ‘Buscando un gran amor’. Y esta vez el caramelo no se ‘fijó’ a los dientes ni perdió sabor.
‘Por los muertos del cante’ sí es el espectáculo flamenco que se espera en un acontecimiento como éste. No sólo por la calidad del repertorio, escogido con una personalísima sensibilidad y buen hacer musical, sino también por su reinterpretación. Porque sobre el escenario del Teatro Lope de Vega anoche estuvieron La Niña de la Puebla, Pepe Marchena, Juanito Valderrama, Carmen Amaya, Manuel Torres y Manuel Pareja Obregón, entre otros, pero encima de todos ellos estuvo Mayte Martín, sin imitaciones ni fallidos tributos forzados.
Con todo, fue difícil desprenderse del recuerdo de algunos de sus homenajeados durante la actuación. Hay mucho de La niña de la Puebla y de Pepe Marchena en la dulce voz de la cantaora, y ciertos aires de Enrique Morente en el espíritu de sus versiones. Pero el color de su voz, la postura del quejío y la dulzura con la que canta palos históricos de la memoria flamenca universal, y de la suya en particular, es única.
Lo hizo patente con la petenera, que presentó, por error, dos veces, todavía nerviosa y emocionada al principio del concierto. No quería dejar de explicar que es el primer cante que aprendió, a los 4 ó 5 años, y que en uno de sus viajes a México escuchó un son que entendió como tal. De ello resultó lo que la catalana denominó una petenera “méxico-andaluza” que la trasladó a aquel viaje durante su interpretación y al público a una coctelera de acordes y sentimientos. Lo hizo acompañada José Luis Montón que, junto a Chico Fargas en la percusión, puso los toques del otro lado del charco.
Para los de este lado, Mayte contó con su habitual guitarrista Juan Ramón Caro, espléndido como siempre y con el que tuvieron lugar los pases íntimos entre ella y la guitarra. Fue el caso de la guajira ‘Mi mulata’, con la que la cantaora rindió tributo a Marchena y Valderrama. Un tributo que les hubiera gustado rendir a ellos cantándole a la artista aquello de “Eres, mi mulata, un terrón de azúcar”.
Las letras más añejas alcanzaron su clímax con los tientos y tangos, en los que Martín rememoró a Pastora, Manuel Torres o a ‘El Cojo’, con la zambra La tana, popularizada por Carmen Amaya y con liviana, serrana, bambera y fandango de Frasquito Yerbabuena. En las bulerías, sin embargo, cedió papel a letras menos clasicistas, entre ellas algunas que la cantaora ha hecho infinitamente populares.
Mayte Martín se mostró durante toda la noche muy emocionada, quizás más de costumbre y, según dice, porque ‘Por los muertos del cante’ -estrenado en 2013-, supone un repaso a vivencias y momentos de su historia musical, constituida con el legado de los grandes maestros. También se mostró cariñosa, con las canciones, con el público –en el que estaban José de la Tomasa y Lole Montoya, a quienes la artista tuvo a bien citar- y con su elenco. Pero más cariñosa aún se mostró con los grandes del cante y con Sevilla, presente en un bonito guiño que hizo a Manuel Pareja Obregón con un popurrí de sevillanas.
Fuera del teatro la noche estuvo fresca e incluso llovió. En cambio, dentro hacía calor, mucho calor. El repertorio no pudo terminar de otro modo: ovación del Lope de Vega y un bis de la artista que no vino sino a echar más almíbar a una bienal en la que Mayte Martín, esta vez, sí vino muy flamenca.
‘Por los muertos del cante’. Teatro Lope de Vega. Cante: Mayte Martín. Guitarras: Juan Ramón Caro y José Luis Montón. Percusión: Chico Fargas
Maravillosa Mayte. Maravillosa siempre. ¿Qué decir de las sevillanas de Pareja Obregón?