Noche de flamenco, jazz y música picassiana

La guitarra flamenca volvió a ser protagonista en el Patio de los Naranjos el pasado miércoles, donde el guitarrista José Antonio Rodríguez y la Orquesta de Córdoba ofrecieron uno de los conciertos más esperados del Festival de la Guitarra. La mística del espacio y la calidad artística de los intérpretes hicieron que se colgara el cartel de agotadas todas las localidades días antes, aunque lo cierto es que no llegó a completarse el aforo. Es lo que suele pasar cuando la entrada es gratuita por invitación y la temperatura ronda los 40 grados hasta media noche, que la gente antepone el aire acondicionado y la comodidad del salón de su casa a la sensación de sauna finlandesa que supone pasear por la calle estos días.  

Los que sí asistimos disfrutamos de un gran recital en el que, más allá de géneros, estilos o etiquetas, triunfó la música en sí misma. La primera parte nos mostró la versión de José Antonio Rodríguez a la que estamos más habituados. Inició su actuación en solitario interpretando los temas Nana del niño grande, una composición libre con aires de granaína, y continuó con la soleá Guadalcázar, en la que se explayó con los dibujos y melodías más clásicas de toda la noche. 

Ya con el resto de la banda en el escenario -bajo eléctrico, percusión y segunda guitarra-, el artista cordobés ahondó en la faceta de concertista en la que más destaca, la de músico camaleónico y virtuoso que hibrida a la perfección sonidos de raíz flamenca con el jazz. Fue el caso de temas como Paisaje, una pieza con aires de bolero que rompe a compás de tangos; de La danza del Amanecer, en la que jugó con su pedalera de efectos para recrear los sonidos más jazzísticos; y de Conexión Manhattan, una bulería con olor a club de jazz incluida en su disco El guitarrista azul con la que quiso hacer un guiño a la segunda parte del espectáculo. 

La entrada en escena de la Orquesta de Córdoba dio un aire más solemne si cabe al concierto. Esta impronta, unida al carácter intimista e introspectivo que caracterizan las composiciones de El Guitarrista Azul, crearon una nueva atmósfera en el Patio de los Naranjos. A partir de un primer movimiento que el guitarrista arrancó en tono de taranta,  José Antonio Rodríguez nos fue ofreciendo su particular interpretación de las emociones que embargaron a Picasso durante su conocida como etapa azul. Un recorrido por el amor, la melancolía y la amargura del artista en el 50 aniversario de su fallecimiento que culminó a compás de bulerías logrando una calurosa ovación por parte del público. 

Como suele ser costumbre en sus conciertos, no quiso abandonar el escenario sin interpretar el tema Adiós muchachos, un bis con el que el guitarrista se despidió de una ciudad rendida a su talento.

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12 de julio. Festival de la Guitarra de Córdoba
El Guitarrista azul
José Antonio Rodríguez, guitarra
Manuel Montero, segunda guitarra
Paco Peña, bajo eléctrico
Patricio Cámara “Pachi”, percusión
Orquesta de Córdoba
Michael Thomas, director musical