Puede ser que de Carmen Linares se espere que imponga, que impresione. O que en esta Bienal los homenajes a los poetas estén destinados a estar faltos de flamencura. O que la garganta de la cantaora no esté en estos momentos para ponerle voz a los lamentos de un escritor silenciado. Pero lo cierto es que el ‘Oasis Abierto’ que presentó la artista en el Teatro Maestranza se quedó en espejismo.
El recital estuvo plagado de presagios que prometían una salvación pero que únicamente contribuyeron a aumentar las decepciones. No es que Carmen Linares haya perdido las cualidades que le hicieron ostentar el título de ‘Dama del cante’. Atesora en su voz hondura y conoce a la perfección la ejecución de cada palo. Lleva más de cuarenta años avalando su categoría. Claro que esto el domingo no fue suficiente.
La propuesta de la artista fue fría, lineal y carente de pellizco. Y no se le puede echar la culpa a las letras del de Orihuela porque ya antes Enrique Morente demostró cuan flamenco podía llegar a ser Miguel Hernández. Sin necesidad de apoyar el cante con proyecciones a destiempo de palabras que ya son lo suficientemente rotundas en los poemas.
Más bien, en esta ocasión, a Linares se le escapó el duende y aunque cantó por tarantas, cartageneras, soleás, bamberas o martinetes, solo expresó emoción en los dos temas que hizo a piano junto a las teclas de Pablo Suárez. La ‘Casida del sediento’ y ‘Mis ojos sin tus ojos’ sirvieron de manantial en este desierto. Paradójico cuanto menos que en una Bienal el público termine aplaudiendo precisamente lo no flamenco.
Sobre Tomasito recaía el peso del festejo. Cantando, recitando, silbando y hasta rapeando tenía que trasladar la alegría del poeta. Sin embargo, tampoco su intervención estuvo acertada. Ya sea porque no encajara con el espectáculo o porque daba la sensación de estar encorsetado por las propias letras.
Es evidente que no le tocó un papel fácil, por mucho que se esmerara en entender al “poeta que, junto a Federico García Lorca, más ha calado en la cultura popular”, tal y como definió el propio Luis Pastor, con quien Linares ha compuesto la música de este Oasis.
En definitiva, se puede decir que todo fue más que correcto. Con una cantaora de este calibre cuesta incluso ser objetiva por el respeto que merece. Lástima que el resultado fuera realmente el que se narra. Lástima que el público aplaudiera generosamente en lugar de manifestar cierta protesta, como ya hiciera con el fallido ‘Alcantar a Manuel’ de Mayte Martín. Habrá que replantearse si estamos empezando a acostumbrarnos a quedarnos a medias.