Texto: Alejandro Medina. Fotos: Óscar Romero.
El guitarrista cordobés Vicente Amigo protagonizó la noche del sábado uno de los grandes eventos de esta Bienal de Sevilla 2016. El nombre del maestro cordobés sirvió para llenar el Teatro de la Maestranza, en el que se respiró un ambiente de gran cita, con el patio de butacas pleno de artistas flamencos deseosos de escuchar al maestro.
A la rendida admiración del público sevillano, el guitarrista respondió con la máxima entrega, obsequiando al respetable con un concierto de tono cariñoso, generoso en los números y sobrado de energía. Se acompañó de su grupo durante todo el recital, en el que predominaron los palos de compás, en especial bulerías, tangos y rumbas. Un repertorio que recorrió su discografía con la viveza de un directo muy compacto, en el que la complicidad del grupo se hacía evidente a cada instante.
El núcleo de la actuación la forman el propio Vicente junto al bajista Ewen Vernal y la percusión de un magnífico Paquito González, que es desde hace tiempo uno de los percusionistas más soberbios del flamenco. En esta ocasión, Vicente quiso añadir más musculatura a su sonido con el compás de Los Mellis y el baile por bulerías de El Choro. En las pocas letras que cantó, Rafael de Utrera volvió a hacer gala de una capacidad técnica increíble.
Pero fue en soledad cuando disfrutamos más profundamente del arte del cordobés. Así lo sentimos al arrancar el concierto, cuando una fantasía en tono de tarantas aterrizó en una soleá radical, que condensó los atributos de gran maestro que convierten a la figura de Vicente Amigo en el músico flamenco más poderoso que puede escucharse hoy.
Más allá de la apabullante destreza de su intérprete, la música de Amigo rezuma sensibilidad, franqueza, libertad. Esa música goza de un terreno propio, de un sonido original, que arriba fielmente a donde la lleve la inquietud de su autor. Pero es cuando el maestro acota su poder en un toque flamenco cuando alcanzamos la máxima emoción.
Así sucedió de nuevo en la seguiriya y la soleá “Sevilla”, que aparecerán en su próximo disco y que supusieron el único reposo a la contundencia algo excesiva del recital, que hubiera necesitado de otros matices a lo largo de sus casi dos horas de duración. Quedan pues esos dos momentos, esas dos soleares, como regalos del alma que Vicente Amigo clava en el corazón de Sevilla, de su Bienal y de su historia flamenca.
Guitarrista SEVILLANO