Más de medio siglo de vida dedicada al cante dan para mucho. Más aún si se trata de una leyenda del flamenco como el maestro Fosforito. Así lo pudimos comprobar el pasado viernes en el Teatro Góngora, donde asistimos a la presentación de ‘Nazareno y Olivares’, un espectáculo concebido en clave de dramaturgia flamenca por el cantaor David Pino que narra las vivencias de Antonio Fernández ‘Fosforito’ a lo largo de su intenso devenir artístico. Una emotiva semblanza del cantaor pontanés e Hijo Adoptivo de Córdoba -presente junto a su esposa en el teatro-, con la que se puso el punto y final a la programación paralela del XXI Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba.
Desde sus comienzos cantando en las tabernas por una perra gorda hasta que le es concedida la Llave de Oro del Cante, el maestro de Puente Genil -encarnado de manera excepcional por el actor Enrique Garcés- nos adentra en esta obra en el ambiente flamenco de la Posguerra española para compartir sus anécdotas más personales. Bajo la fórmula de relato biográfico narrado en primera persona, es el propio artista quien va recordando los episodios más significativos de su singular devenir hasta convertirse en un mito del arte jondo. Su paso por la cárcel del Puerto de Santa María, el hambre, la intervención de estómago que estuvo a punto de retirarle del cante, las fiestas en los cuartos con los señoritos, su triunfo en la primera edición del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en el 56, las giras por Oriente Medio, sus encuentros con Sabicas y la Niña de los Peines, con Juan Mojama, Valderrama y Pepe Pinto, la amistad con Caracol y Mairena, su encuentro con Paco de Lucía y Camarón… Un sin fin de vivencias todas ellas narradas con precisión milimétrica e hiladas con citas en voz en off de autores como Pablo García Baena, Ricardo Molina o Antonio Mairena que sirven para mitificar aún más si cabe la figura de la última leyenda viva del cante.
Hay que destacar por encima de todo la gran recreación llevada a cabo por Enrique Garcés, que sustenta en solitario el peso dramático de una obra en la que la parte artística es protagonizada por un elenco formado por la bailaora Clara Gutiérrez, que nos deleitó con mantón y bata de cola con un bailes por mirabrás y fandangos abandolaos; la deslumbrante guitarra del joven Alejandro Hurtado, brillante en la interpretación de Guajira de Lucía; las palmas de Richard Gutiérrez y Samuel Raya; y el cante de Bonela Hijo, que resultó realmente convincente recreando las aportaciones personales -zánganos, tarantos, petenera o la soleá apolá- del maestro Fosforito; y la colaboración como artista invitado de Miguel de Tena, en el papel de Juan Valderrama, y David Pino, que puso voz a Pepe Pinto. Como no podía ser de otra manera, la representación culminó con un sentido homenaje a Fosforito, que recibió la ovación de todos los artistas y aficionados allí presentes.