Fátima Franco es bailaora y autora del libro 'La indumentaria en el baile flamenco. Un recorrido histórico'

¿PURISMO O INNOVACIÓN?

 

Para hablar de flamenco no sólo es necesario bailar, bien o mal según los gustos, ni abrir la boca y lanzar gemidos al aire, ni pasearse por las peñas con la copa copa de vino en la mano hasta llegar a situaciones extralimitadas, sino que hay que formarse, estudiar y no hablar por hablar. ¡Eso lo hace cualquiera!

Hablar de flamenco es hablar de arte, al flamenco lo definieron como un fuego que se empeña en morir para renacer. Ha sido tomado de la antigua tradición y folclore andaluz, donde siempre predominó la mezcolanza, debido a la itinerancia de las diversas culturas que han pasado por nuestra tierra.

El flamenco es una música muy cosmopolita, aunque algunos discrepen por su ignorancia. Manuel Torre dijo: «Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende». Para dar base a mi crítica, haré una breve pasada por la historia: los comienzos del flamenco se basan en el boca a boca. Aunque hay restos arqueológicos, donde aparecen figuras de danzantes pre-flamencos, datados entre los siglos I y II después de Cristo, (El Bailaor de Asta Regia , museo arqueológico de Jerez de la Frontera), la primera referencia escrita a la existencia del flamenco data de 1793 (Cartas Marruecas de José Cadalso), pero no es hasta 1847 (Escenas Andaluzas de Serafín Estébanez Calderón) que aparecen referencias a cantaores como ‘El Planeta’ o Francisco Ortega ‘El Fillo’.

A mediados del siglo XIX comienza la edad de oro, cuando comienza la comercialización del flamenco. El mismo Silverio poseía un café en la calle Rosario de Sevilla. Entonces comienza la transición hacia la opera flamenca, con artistas como La Niña de los Peines, su hermano Tomás o Manuel Torre. De 1920-55 empezó a brillar la opera flamenca, caracterizada por la musicalidad y la aparición de instrumentos como el piano o el violín. Pero no fue hasta aproximadamente 1980 cuando se empezó a introducir instrumentos de percusión.

La evolución no se trata de progresión, sino de atrevimientos. La mayoría de las normas se hicieron para ser transgredidas, pero, como música ágrafa, como folclore cerrado y bien conservado, el flamenco debe ser maquillado con pasión. Es el caso de algunos que como yo nos sentimos puristas y que incorporamos otros instrumentos, a los ojos de algunos menos habituales, como el violín, la flauta o el cajón, o que mantenemos una estética tradicional en nuestros hechos sobre el escenario. Lo que es una lástima, es que algunos no sepan apreciar ese arte, ya que se creen en posesión de la verdad, una verdad absoluta concedida en ocasiones por algún premio.

La pureza, lamentablemente, se ha convertido en un baremo mercantil, en un argumento de supuestos entendidos o profesionales sin recursos. Pero recompensa saber que hay otra parte de una nueva generación que ha superado el debate entre purismo y renovación.


Por Fátima Franco

Fátima Franco, bailaora de flamenco de CórdobaBailaora cordobesa miembro del Consejo Internacional de la Daza de la UNESCO y autora del libro “La indumentaria en el baile flamenco. Un recorrido histórico», galardonado con el Premio Internacional de investigación etnográfica del flamenco “Juan de la Plata” de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera.

Tal vez te pueda interesar...

Manuel Bohórquez en uno de los momentos de su conferencia en Puente Genil. Foto: cordobaflamenca.com

Manuel Bohórquez en Puente Genil

 

Cuando uno lleva cerca de 20 años  escuchando y leyendo las mismas historias románticas y fantasiosas con relación a los orígenes del arte flamenco,  es indescriptible la liberadora   sensación percibida tras un rato de charla con el investigador  y crítico de flamenco Manuel Bohórquez Casado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.