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La antigua Ermita de La Candelaria, en la actualidad sede de la Fundación Bodegas Campos, acogió el primero de los doce recitales del IX Ciclo Flamenco Cruzcampo ‘Por la Ruta de las Tabernas’, un escenario que brindó una noche rebosante de cante y donde una vez más quedó patente el potencial y la proyección que atesoran los jóvenes flamencos.
La cordobesa Gema Mariscal fue la primera en subir a las tablas. Para quienes aún no conocían las credenciales de esta cantaora, la actuación de la joven de Almodóvar del Río era la novedad de la noche. Con la guitarra de Antonio Migueles, abrió por alegrías su recital y siguió por malagüeñas, demostrando que la intensidad y limpieza de su voz, bien administrada, logra transmitir con certera transparencia la pasión intrínseca que hay en cada cante que hace.
Especialmente en los palos festeros, que fue en los que más se prodigó junto a la guitarra de Migueles, quien completó su acompañamiento a la cantaora poniendo su toque a unos tientos, bulerías y a una serie de fandangos naturales.
Y de una joven promesa a un joven consagrado y repetidas veces premiado en el circuito flamenco nacional, Juan Antonio Camino, sin duda uno de los cantaores con más resonancia fuera de Córdoba, que repetía noche en la Ruta de las Tabernas al lado del que es su guitarrista habitual, Antonio Migueles.
Se empleó primero Camino con unas soleares en un recital en el que volvió a demostrar el de Villa del Río el amplio conocimiento y dominio que posee de los cantes. Y continuó con cantes de ida y vuelta, alegrías y tangos, reservando para el cierre de su actuación unas letras por seguiriyas y la habitual serie de fandangos.
El fluido diálogo con la guitarra de Migueles y la jondura de la voz de Camino calaron entre el público asistente, que les ofreció la gran ovación de la noche y desgustó como plato final la deliciosa sintonía que existe entre ambos.
