Espectáculo 'Por los rincones' en los Jueves Flamencos de Cajasol. Foto: Adam Newby.

José Ángel Carmona y Juan Requena, los brotes verdes del flamenco

Qué alegría respirar aire fresco. Renovar los armarios de lo jondo y desprendernos del invierno gris. Dejar que entre el compás de la primavera y que salgan las flores. La maravilla del flamenco es que abarca todos los estados de ánimo, todas las estaciones. Por eso, se padece y se disfruta a partes iguales. Por eso, sorprende. Por eso, ilusiona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por eso, con ‘Por los rincones’, el espectáculo que presentaron en los Jueves Flamencos de Cajasol el cantaor José Ángel Carmona y el guitarrista Juan Requena, con Los Mellis a los coros y compás y la colaboración especial de Joaquín Grilo, el aficionado puede creer que existen los brotes verdes.

Estos jóvenes artistas, ganadores en la pasada Bienal de Sevilla del Giraldillo al cante de acompañamiento y de toque de acompañamiento, respectivamente, demostraron en un concierto sencillo y verdadero, que se pueden desenvolver solos.

Carmona es un cantaor con carisma, que interpreta  cada cante poniendo a cada palo lo que requiere. Su voz es profunda y distinta. Tiene fuerza y suena a metal y a lamento. Inspira melancolía. Es cierto que le falta recortar los tercios, templarse en según qué tiempos y superar ciertos vicios propios del cante de atrás. Y que por fandangos no estuvo acertado. Pero su recital fue completo, el repertorio de soleares fue exquisito y su actitud es la un artista con personalidad. Capaz de salir a escena acompañándose a sí mismo por tarantas con la mandola, con un resultado de dulce.

Requena, por su parte, es de los guitarristas que hacen parecer fácil lo que tocan. Sus melodías suenan a clásico y acompañando siempre es preciso. Brilló en la granaína y en la colombiana, con un toque acaramelado, envolvente, fácil de digerir.

Espectáculo 'Por los rincones' en los Jueves Flamencos de Cajasol. Foto: Adam Newby.Claro que la aparición del bailaor jerezano robó cualquier protagonismo a ambos artistas porque el Grilo pone luz hasta bailando por seguiriyas. Su baile es pura fantasía, puro juego, puro teatro. Sabe como nadie manejar el humor y es capaz de reírse hasta de sí mismo. Por eso, es libre y absolutamente personal. Solo el Grilo baila como el Grilo.

Así, supo transmitir al público las seguiriyas a través de sus pies, a través de sus manos. Y por cantiñas estuvo inspirador, trayendo a escena todo el aire fresco del puerto. Claro que no hay nada como verle por bulerías. De hecho, si la Sala Joaquín Turina fuera el Falla el público podría haber gritado aquello de “esto sí que es una bulería”. Porque si este cante es burla, bulla o diversión todo eso es él. El borracho con arte que se arranca a bailar y deja a todos boquiabiertos, el viejo que se levanta de la silla cuando siente el compás aunque no pueda con su alma, el guapo que sabe ser torero, el bailaor que maneja los tiempos como le da la gana. La fiesta.

Sobra decir que Los Melli estuvieron fantásticos como siempre. Y lo injusto que es que nunca estén en los titulares.

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