La Sala Joaquín Turina, que acoge el ciclo de los Jueves Flamencos de Cajasol, se transformó la pasada noche en una cueva del Sacromonte con el espectáculo ‘Meligrana’, en el que Jaime Heredia ‘El Parrón’, Pedro El Granaíno, Jara Heredia y Miguel Ángel Cortés trajeron ecos de los sonidos más naturales.
Así, con la esencia que otorga la estirpe y las raíces, los cuatro artistas dejaron claro lo que entienden por el arte cabal, de la forma menos ostentosa posible, tal y como surge el flamenco en una reunión familiar, con el mismo aroma que se respira en un ambiente de tablao. Claro que la pureza no sirvió esta vez para salvar una noche irregular en la que ni todos estuvieron igual de bien, ni todos se entregaron lo mismo.
Desde luego, mención aparte merece Miguel Ángel Cortés que, como siempre, hizo gala de su virtuosismo, de su contención, de su capacidad para evocar los sueños más dulces. El guitarrista, que estrena disco en solitario, abrió el telón con una interpretación por alegrías que hizo al público saborear la sal marinera de la misma Caleta. Y, lo que aún tiene más valor, sirvió para poner un guión al conjunto de la propuesta.
Por su parte, Pedro El Granaíno, una voz rotunda y honda que cada vez sorprende más para bien, echó sudores con un martinete a golpe de garganta. Sin micro, a lo valiente. Sus tangos finales recordando al maestro Morente y sus fandangos a pie de escenario fueron igualmente muestras del cante gitano que empapa la camisa.