Texto y fotos: Antonio Higuera.
Es un verso suelto. Un alma libre en esto del toque flamenco. Un maestro desconocido para buena parte del gran público, pero admirado y respetado por los músicos de medio mundo. Un guitarrista enamorado de la música con mayúsculas. Y un flamenco que no pone fronteras a su creatividad. Así es José Antonio Rodríguez, sin duda uno de los máximos exponentes de la guitarra flamenca contemporánea en todo el mundo. Suyo fue el privilegio de poner punto y final al Festival de la Guitarra de Córdoba el pasado domingo en el Gran Teatro con su espectáculo ‘Manhattan de la Frontera’. Un colofón musical en el que volvió a demostrar la versatilidad de una guitarra que le suena a gloria.
Desde un primer momento planteó un concierto cargado de energía y alejado de los cánones habituales. Primero incorporando a toda la banda que le acompaña habitualmente en los temas Guad El Kebir, Farruca del Desconsuelo, Por la Ribera del Tiempo y Casablanca, una rumba muy flamenca de su disco ‘Anartista’ en la que contó con la voz tostada de Macarena de la Torre. Y luego empleando recursos escénicos poco habituales en los conciertos de guitarra como fueron los evocadores vídeos que se proyectaron durante todo el espectáculo.
Del éxtasis rítmico inicial, pasamos a momentos de recogimiento. Como el toque íntimo que nos regaló interpretando la granaína Nana para un niño grande y la soleá Guadalcázar, dos composiciones de su último disco ‘Adiós Muchachos…’ Ya solo en el escenario, José Antonio Rodríguez demostró que es uno de los pocos guitarristas que impregna de nuevas armonías los toques tradicionales flamencos sin desvirtuarlos, dotándolos de una nueva dimensión estética en la que se atisba un universo musical que trasciende las fronteras de los sonidos jondos.
Una libertad musical que para el guitarrista cordobés a veces se convierte en un juego. Como cuando altera los sonidos de su sonanta con los efectos de su pedalera eléctrica o invita a subir al escenario a cuatro guitarristas -Niño Seve, Alfonso Linares, El Currito y Alejandro Hurtado- para tocar con él ‘La Fiesta de los Locos’, una pieza disparatada, cargada de disonancias y contrapuntos rítmicos, en la que el único propósito es el divertimento musical por sí mismo.
Con imágenes proyectadas de las calles de Manhattan llegamos al final de un concierto que terminó con un doble bis espectacular. Primero uniendo al maestro junto a su segundo guitarrista Manuel Montero para tocar una guitarra a cuatro manos. Y finalmente con José Antonio Rodríguez sentado al borde del escenario, como si estuviera en el salón de su propia casa, y despidiéndose de su público con el tema ‘Adiós Muchachos…’.