Treinta años de cante jondo concentrados en un disco. ‘Mi largo caminar’ supone el debut discográfico de David Pino (Puente Genil, 1972), un cantaor maduro y de sobra reconocido dentro del circuito flamenco que el próximo 10 de noviembre, a las 20.30h, en la Sala Polifemo del Teatro Góngora, presentará su primer trabajo de estudio. Un álbum cocinado “sin pensar cómo está el patio del mercado flamenco”, asegura este cantaor y catedrático del Conservatorio Superior de Música de Córdoba, que se ha rodeado de músicos de la talla de los guitarristas José Antonio Rodríguez y Manolo Franco en los arreglos musicales. Acompañado por Sara Denez como artista invitada el próximo sábado, Pino nos invita a sumergirnos en el cante jondo sin ambages para celebrar junto a él tres décadas de carrera sobre los escenarios.
– Después de más de treinta años de carrera, presenta su primer trabajo discográfico. ¿Cómo surge la idea después de tanto tiempo y qué pueden encontrar quienes escuchen ‘Mi largo Caminar’?
– Más que una idea, ha sido una propuesta de la productora La Droguería Music, un sello discográfico independiente de flamenco. Siempre he sido consciente de que debía dejar algo, porque al fin y al cabo la obra de un cantaor se tiene que plasmar en una grabación. Lo he hecho con ese propósito, no con el afán de promocionarme profesionalmente. Tal y como está el mundo discográfico, a priori no me atraía mucho la idea de grabar un disco para tener que llevarlo debajo del brazo y vendérselo a los amigos. Pero las condiciones que me propusieron me convencieron para dar el paso definitivo. He tenido toda la libertad que he querido y hemos plasmado parte del repertorio que vengo poniendo en pie estos años y temas como la liviana, los caracoles o la vidala, que sí se han hecho expresamente para el disco.
– ¿En quién o en qué ha pensado a la hora de seleccionar el repertorio de cantes?
-En ningún momento he prestado atención a cómo está el patio en el mercado del flamenco. Siempre he sido un cantaor que he seguido siempre mi propio camino con mayor o menor acierto. Mi pretención ha sido plasmar en el disco lo que a mí me ha apetecido hacer en cada momento.
«Fosforito ha sido para mí un referente en mi casa desde que era pequeño y también mi maestro»
– Usted ha sido protagonista del devenir de lo jondo en las últimas décadas, ¿cómo cree que ha evolucionado el cante flamenco en los últimos treinta años?
– El cante ha evolucionado hacia una mayor perfección. Se cuidan mucho más lo detalles. Los cantaores y cantaoras jóvenes tienen mayor y mejor acceso que nunca a las fuentes de información y esto redunda en que haya mayor conocimiento. Eso no quita que un genio como la Niña de los Peines aún no se haya podido superar…
– ¿Qué piensa acerca de que haya quien crea que artistas como Rosalía o Niño de Elche son quienes están llamados a renovar el flamenco?
– Este debate no es nuevo. Desde que empecé en el flamenco, siempre ha existido esta controversia con determinados artistas que se acercan al flamenco para nutrirse de él y hacer su propia propuesta. El tiempo será quien diga si renuevan o no el flamenco.
– Fosforito es una de las voces que suenan en este disco, ¿qué influencia ha tenido el maestro en su carrera artística?
– Que esté el maestro en este disco en un sueño hecho realidad que va a estar siempre unido a mí. Fosforito ha sido para mí un referente en mi casa desde que era pequeño y también mi maestro. Tengo una relación personal con él muy estrecha y por eso lo primero que pensé cuando me planteé grabar un disco fue contar con su colaboración. Él se prestó de manera incondicional y una vez que tuve el sí pensé en el tema, que es una carcelera de Puente Genil que él grabó hace muchos años. La voz de Fosforito es la que abre el disco en un tema que ha vestido armónicamente el guitarrista José Antonio Rodríguez.
«La entrada en el conservatorio ha hecho que los flamencos hayamos empezado a perder complejos»
– ¿Qué supuso para usted en su momento ser galardonado en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba o en el Festival de las Minas?
– Fue un espaldarazo a nivel personal, ya que supone una inyección de autoestima obtener premios tan importantes en el mundo del flamenco que por el simple hecho de que aparezcan en tu currículum para toda la vida ya los puedes dar por amortizados. Además, se me abrieron muchas puertas… Entre ellas tuve la oportunidad de trabajar con el maestro Manolo Sanlúcar y de estar tres años con la compañía de Rodrígo García girando por todo el mundo.
– ¿Qué queda entonces del esplendor que tuvo el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba?
– Todavía queda huella del peso que ha tenido el Concurso Nacional, porque decir que eres premiado en Córdoba llama la atención. Pero es cierto que el contexto social que tenemos en el 2018 no es el mismo que la década de los setenta. Ha cambiado todo mucho y, hoy en día, los logros profesionales de los artistas se difuminan cada vez más porque todo es mucho más pasajero. Esto debe hacernos pensar que el formato del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba debería ser revisado seriamente.
– En su faceta de catedrático, ¿qué cree que ha supuesto la entrada del flamenco en el Conservatorio?
– Darle un nuevo prurito de dignificación a este arte, que siempre ha sido la cenicienta de las músicas. La entrada en el conservatorio ha hecho que los flamencos hayamos empezado a perder complejos y a hablarle de tú a quienes representan otros géneros musicales. Y nada más que por eso ha merecido la pena. Yo siempre digo que en el conservatorio no se hacen artistas, los artistas tienen que venir de casa. El conservatorio da la posibilidad de organizar los conocimientos que se puedan tener a priori y de alguna forma encauzar el potenciar que pueda tener un artista con una enseñanza mucha más completa de la que los flamencos habían tenido hasta ahora.
– Y las peñas flamencas… ¿está garantizado el relevo generacional de estos templos del flamenco?
– Lamentablemente no veo el relevo generacional en las peñas flamencas, tal y como las hemos concebido hasta ahora. Te puedo hablar, en el caso de Córdoba, de la Peña Flamenca El Almíbar, que está compuesta por gente joven, pero con una filosofía diferente a la que hemos tenido hasta hoy día. Creo que el modelo de peña flamenca tradicional ya está caduco.