LA SAETA, PROTAGONISTA ENTRE AROMAS DE INCIENSO Y AZAHAR

«Entre aroma de azahar y cera, la saeta eleva su vuelo triste para irse clavando como un dardo sentencioso, en el pecho de los que van tras el Nazareno o la Virgen Dolorosa. Las voces anónimas, brotando como amapolas ensangrentadas en campo de trigo rumoroso, levantan su grito terrible de sangre por encima de las cabezas y los corazones, hasta hacer temblar a las propias estrellas» (Juan de la Plata, La Saeta).

La saeta, cante casi olvidado durante el año pero protagonista entre el aroma de incienso y azahar, es interpretada al paso de las imágenes procesionales. Existen diversas teorías sobre su origen y génesis a lo largo de la historia, las cuales expondremos de manera breve a continuación ahora que se suceden las exaltaciones y se aproxima la Semana Santa.

El Diccionario de la Academia Española, en su cuarta edición, de 1803, definió a la saeta como “cada una de aquellas coplillas sentenciosas y morales que suelen decir los misioneros, y también se suelen decir durante la oración mental”. De estas saetas sentenciosas o avisos morales se habla por primera vez en un libro impreso en Sevilla, en 1691: Voces del dolor nacidas de la multitud de pecados que se cometen.., dábalas Fr. Antonio de Escaray.

Su origen, musicalmente hablando, la relacionan con tres vertientes principales: una cierta raíz árabe, de los cantos de las sinagogas judías o descendiente directa de los cantos gregorianos cristianos.

Podemos entender la saeta desde dos perspectivas: la puramente flamenca y la religiosa (pero no olvidemos que la una sin la otra no sería nada). Y es la saeta a modo de cante flamenco la que nos cuenta la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor con pocos versos (4 ó 5 octosílabos). Como dijo el poeta Federico García Lorca “son como flechas que atraviesan el corazón” ó Luis Melgar Reina y Ángel Marín Rujula, en Saetas, pregones y romances litúrgicos cordobeses: “Las saetas aflamencadas nacen en el preciso instante en que el cantaor flamenco siente necesidad de dirigirse públicamente a Dios, cantando la antigua tonada, conocida por saeta vieja, y la reviste, inconscientemente, de perfiles flamencos, de expresiones propias del flamenco. La saeta moderna se hace totalmente flamenca…”

Al hablar bajo la perspectiva religiosa debemos de diferenciar entre saetas penetrantes y las de pecado mortal. Fray Isidoro de Sevilla decía de las «Saetas Penetrantes» que hacían conmover los corazones más duros, refiriéndose al arrepentimiento del pecador. En el siglo XVIII los hermanos de la Ronda del Pecado Mortal, salían a cantar a las calles para inclinar a los fieles a la piedad y al arrepentimiento.

Algunos ejemplos escritos por Fray Diego de Cádiz son:

“En asco y honor acaba todo lo que el mundo alaba. Dios vengará sus ofensas el día que menos piensas.” (De pecado mortal)

“En medio de dos ladrones al calvario caminaste, para ganar la victoria y así en la Cruz expiraste.” (Penetrantes)

Por otra parte, la saeta flamenca no nace por generación espontánea ni es fruto de un solo artista creador, sino consecuencia de una lenta y profunda transformación. El nacimiento de la saeta popular y la costumbre de cantarla el pueblo data aproximadamente de 1840. Esta primitiva saeta, hoy casi perdida, conmovía por su entonación grave, pausada y monótona, pobre de estilo y de ejecución, y fue consecuencia de las modificaciones que realizaron en las más antiguas determinados intérpretes de cada región, dando lugar al nacimiento de saetas propias y autóctonas como la cordobesa, llamada ‘vieja’, la ‘cuartelera’ de Puente Genil, la ‘samaritana’ de Castro del Río… Entre otras que actualmente tienen vigencia y se interpretan en sus lugares de origen, motivando clasificaciones como la que hace Ricardo Rodríguez Cosano, ateniéndose a la discografía existente, catalogándolas en ocho grupos, con varios subgrupos en algún caso. Estas son: la Saeta primitivas la Saeta por seguiriyas, la Saeta Flamenca, la Saeta jerezana, la Saeta malagueña, la Saeta por carceleras, la Saeta por “martinete sevillano” y la Saeta de Cádiz.

José Mª Sbarbi escribe hacia 1880 un artículo dirigido a Don Antonio Machado y Álvarez Demófilo sobre la Saeta. En él habla de un cante popular que ha pasado a ser cante de unos pocos privilegiados y llenos de facultades en la voz, un cante lleno de melismas y muy recargado. Demófilo le contesta con otro artículo poco después diciéndole que desconoce datos sobre este cante, que solamente conoce de ellas por haberlas escuchado en Sevilla, Cádiz y Jerez.

Hipólito Rossy sostenía la teoría de que el creador de la saeta flamenca fue Manuel Centeno, frente a la opinión de otros que la atribuyen a don Antonio Chacón o Enrique ‘El Mellizo’. Igualmente se ha barajado la hipótesis de atribuirla a Manuel Torre, sin olvidar a ‘La Serrana’ (que grabó en disco) y Medina ‘El Viejo’, ‘La Niña de los Peines’ y Manuel Vallejo, quienes fueron intérpretes muy característicos del estilo en la época, junto a ‘El Gloria’, cuya interpretación ha sido la más continuada por su estructura flamenca.

De la saeta de Centeno sobreviene la versión moderna, extremada en ornamentación y alargamientos de tercios, que se impuso en Sevilla a partir de los años veinte del siglo pasado, y fue difundida por ‘La Niña de la Alfalfa’.

En el aspecto musical, Ricardo Molina distinguió tres tipos de saetas: saetas derivadas de las Tonás, saetas emparentadas con las seguidillas gitanas, y de los recitales salmodiados con evidente influjo de los cantos litúrgicos de la Iglesia en los Oficios de Semana Santa. De esta tipificación se derivará, desde el punto de vista flamenco, otra clasificación, en la que distingue tres tipos de saetas: por seguiriyas, martinetes y carceleras. Y aunque Mairena afirmara que la saeta no fue nunca un cante flamenco, el mundo del cante flamenco apoya las palabras de Gabriel del Estal: «EL FLAMENCO ES YA DE SUYO UNA ORACIÓN…»


Por Fátima Franco

Fátima Franco, bailaora de flamenco de CórdobaBailaora cordobesa miembro del Consejo Internacional de la Daza de la UNESCO y autora del libro “La indumentaria en el baile flamenco. Un recorrido histórico», galardonado con el Premio Internacional de investigación etnográfica del flamenco “Juan de la Plata” de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera.

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