40 años y sigo aprendiendo
Artista: Curro Lucena
Año: 2012
Producción: Cubaboluna.
Texto: Francisco Martínez.
En 1972 se editó Cantes antiguos en la voz joven de Curro Lucena, título del primer disco grabado por el cantaor lucentino, con la discográfica Philips y acompañado a la guitarra por Perico ‘El del Lunar’. Desde entonces la carrera artística de Curro Lucena se ha mantenido estable, discreta en muchos momentos pero firme en el propósito de difundir el cante tal y como lo asumió desde joven. La fidelidad de este cantaor para con sus maestros es elogiable, pero sin caer en la tentación de la clonación, sino asumiendo el legado de ellos y exponiéndolo con templanza, conocimiento y respeto.
Su último disco 40 años y sigo aprendiendo es una generosa obra en la que mantiene el hálito de su juventud, de recuerdos y aprendizajes de cantes que han sido claves en su devenir artístico, como los fandangos de Lucena en cada una de sus variantes, en esta ocasión centrados en la figura de Antonio Rivas, fandangos de la calle Rute Lucena tiene luz propia, ejemplo de cómo el localismo infunde un peculiar aroma que escapa a otros intérpretes. En esa misma inercia de cantaor de terruño vivido y sentido, canta convincente el zángano de Puente Genil Desde la Puente a Lucena y las rondeñas Ronda es parte de la historia.
Pero el repertorio de Curro Lucena es amplio y su capacidad de adaptación a cualquier envite musical resulta noble y sincero, por ello no ha dudado en versionar con acierto la popular canción Mi niña Lola o La Saeta de Antonio Machado musicada por Joan Manuel Serrat. La petenera de la Rubia de Málaga Señor alcalde mayor las interpreta con mesura, trazando la melodía de manera sugerente, haciendo aún más atractivo este estilo los arreglos musicales elegidos. Las guajiras de Cayetano Muriel Estoy cansao de vivir también adquieren otra dinámica musical al ser acompañadas solo por el pianista Antonio José Henares, adaptándose cómodamente la voz del cantaor a este formato.
Piedra de toque fundamental para corroborar la talla cantaora de Curro Lucena son las soleares de Cádiz que, con letras de Antonio Machado Ni dioses, ni reyes, ni na, cristalizan una concreta manera de concebir y exponer el cante: voz medida, acento correcto y apropiada expresión. En todo momento el guitarrista Ángel Mata aporta confianza y determinación en el acompañamiento. Otros palos incluidos en el disco y que dan muestras del bagaje flamenco de este cantaor son alboreás, fandangos personales, garrotín, fandangos de Pérez de Guzmán y palanca.
Como cantes de la tragedia denomina Curro Lucena los últimos del disco: martinete, debla y tonás; se trata de una reafirmación del propio cantaor como tal, una actitud de flamenco clásico que no se resigna a continuar su honesta andadura flamenca.